A las tres y media de la madrugada llegaban a Lluc los primeros marxaires, unos corredores de fondo que aún se atrevían a realizar la vuelta a Palma andando. Dos horas más tarde los caminantes más rápidos completaban los cuarenta y ocho kilómetros que separan el bar Güell del monasterio de Lluc.
Tolo Güell, organizador de la marcha, explicaba: «Lo curioso es que mucha gente no sabe qué es lo que le mueve a hacer la caminata, pero cada vez somos más. Unos lo hacen por amor propio, otros por pasar una noche distinta y los hay que hacen promesas a la virgen». Este año, cerca de 6.000 personas han completado este tradicional peregrinaje de verano que ya cumple 36 años.
En los brazaletes de los miembros de la organización y de varios de los marxaires se podían ver crespones negros, en señal de duelo por el atentado del pasado jueves en el cuartel de Palmanova. «Decidimos que dedicar la marcha a los guardias civiles fallecidos sería un bonito homenaje y reconocimiento», explica Joan Pastor, organizador del Grup Güell. A la llegada al monasterio un grupo de fisioterapeutas ofrecía masajes relajantes y de estiramiento a los agotados peregrinos. Además, equipos de personal médico asistían todo el trayecto. «Ha sido una noche muy tranquila, apenas unos esguinces, tiritas y ampollas en los más inexpertos», comentaba José Manuel Hoyas, miembro del equipo de ambulancias.
Durante la ofrenda floral de los marxaires a la virgen el organizador de la marcha pidió que: «el esfuerzo de todos los caminantes sirva para mejorar el mundo», e hizo un especial agradecimiento al cuerpo de la Guardia Civil por su labor en unos momentos tan difíciles. lLucía Planes Atienza
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.