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El primer domingo de septiembre, desde el año de la beatificación de Catalina Thomàs en 1792, la villa de Santa Margalida se viste de tradición para celebrar la fiesta de la Beata con el acto más importante, que es «sa processó més típica de Mallorca».

Y lo es, porque a partir de las nueve de la noche, las calles del pueblo son el marco adecuado para que desfilen las parejas de payesas y payeses con sus gerres. Los dimonis, que este año serán 90, las buscan para romperlas delante de la joven que representa a Santa Catalina Thomàs. El pueblo engalanado, con las puertas de las casas abiertas de par en par, siente esta fiesta tan entrañable que por muchos años perdura en Santa Margalida.

También desfilarán 12 carrozas que representan la vida de la Santa y todas las colles de xeremiers y bandas de música interpretando Sor Tomasseta. Es una fiesta tan antigua que recogemos esta breve crónica publicada el año 1915: «Al anochecer salió de la iglesia parroquial la mencionada procesión. Gran número de muchachos con sendas faies encendidas iban en primer término. Los indispensables y clásicos dimonis de esta comitiva iban de un lado para otro brincando, mientras hacían sonar escandalosamente los picarols que llevan adheridos y enarbolaban en el aire unos gruesos garrotes».

Esta crónica se repetirá el próximo domingo, se romperán 1.500 gerres y el pueblo recibirá con las puertas abiertas a todos los visitantes para que todos, jóvenes y mayores, vileros y visitantes, al unísono sientan y se unan a tan importante acontecimiento que representa las tradiciones mallorquinas más populares.