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Después de más dos años de parálisis, arranca la ejecución de obra pública de envergadura en las carreteras de la Isla. Un total de 22 plicas se han presentado al concurso público convocado por el Consell de Mallorca para la ejecución de los primeros proyectos viarios del convenio de carreteras suscrito con el Ministerio de Fomento: el tercer carril de la Vía de Cintura y la variante de Son Servera. Buena parte de la veintena de las ofertas son Unión Temporal de Empresas (UTE), siendo unas 35 empresas constructoras agrupadas o en solitario las que optan a las obras. A final de mes tendrá lugar la adjudicación de las obras.

A las obras del Plan E se sumarán en noviembre en Ciutat las de la Vía de Cintura, a la que se dotará de un tercer carril desde la carretera de Valldemossa hasta Gènova. «Las obras serán complicadas», reconoce Gonzalo Aguiar, director insular de Carreteres. El problema es que el ensanchamiento de la calzada tendrá lugar por la mediana, interfiriendo las obras en el tráfico diario de está vía rápida. «Será difícil, pero se buscará una fórmula», indica Aguiar. De hecho, en el concurso se preveía una propuesta técnica para estudiar la menor acepción al tráfico, que se tendrá en cuenta a la hora de la adjudicación del proyecto. «Técnicamente el proyecto no es complicado, pero sí por dónde se hace. Esta es nuestra gran preocupación, ver cómo evoluciona el tráfico», explica Aguiar.

Características
En concreto, las obras afectarán a un tramo de 5'7 kilómetros. El nuevo carril tendrá como los otros 3'5 metros de ancho. En la mediana central se colocarán barreras tipo New Jersey, como en el tramo de tres carriles de la Vía de Cintura o en la carretera de Valldemossa. Los arcenes interiores tendrán un metro de ancho.

El proyecto está hecho desde el año 2003. En aquella fecha, el coste de esta actuación era de 10'1 millones de euros. Seis años después, el presupuesto de licitación ha sido de 19, 2 millones de euros, es decir, casi se ha duplicado. Ya entonces se trataba de una obra urgente y necesaria, pero la falta de presuesto del organismo insular ha impedido su ejecución a lo largo de estos años.

La variante de Son Servera, que entra en el mismo paquete de adjudicación, también es una reivindicación histórica. Tiene un presuesto de 12'4 millones de euros y la obra no resultará, ni mucho menos, tan complicada como la de la Vía de Cintura. Se trata de una carretera nueva de 2'1 kilómetros que facilitará el tráfico hacia las zonas costeras de Cala Millor o Cala Bona. La variante comenzará en una rotonda en la carretera Son Servera-Capdepera, de allí partirá la vía de circunvalación que conectará con la carretera Ma-4026 hacia Cala Millor. Es decir, se descongestionará el casco urbano de Son Servera.

El director insular de Carreteres destaca que se hayan presentado 22 ofertas para ejecutar el proyecto, un número elevado que pone de manifiesto la actual época de crisis. Las empresas buscan ejecutar obra pública. En este sentido, el objetivo del Consell de Mallorca es adjudicar este mismo año varias obras. A estas dos, les sucederán, las variantes de Llubí y Porto Cristo (pendiente del impacto ambiental) y también el acceso del Molinar a la autopista del aeropuerto. También se trabaja en el proyecto de los accesos al hospital de Son Espases, que se adjudicará este mismo año también.