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El matadero de Palma se vio obligado ayer a cerrar sus puertas (hoy volverá a abrir) debido a que el ayuntamiento de Llucmajor llevaba varios días prohibiendo el paso a los camiones de más de 3'5 toneladas a la finca donde se revalorizan los residuos procedentes de los mataderos.

Esta situación hizo saltar todas las alarmas y ayer mismo se reunieron de urgencia la consellera de Agricultura, Mercé Amer; la consellera insular de Medi Ambient, Catalina Julve; la regidora de Salut del Ajuntament de Palma, Begoña Sánchez; y los regidores de Turisme y Medi Ambient del Ayuntamiento de Llucmajor, Sebastià Artigues y Joan Oller, respectivamente. En dicho encuentro acordaron que el consistorio llucmajorer permitirá el paso a los camiones durante un año, tiempo en el que el Consell de Mallorca debe hacer un horno de incineración en Son Reus. De hecho, esta infraestructura ya se contempla en el Pla Director de Residuos del Consell de Mallorca.

Además, decidieron intensificar los controles de la planta de tratamiento de Llucmajor para mejorar el proceso de compostaje y evitar los olores.
Por su parte, Amer destacó que aunque «los residuos son una cuestión medioambiental y de salud pública, no podemos dejar desamparados a nuestros ganaderos».

Cabe recordar que durante la pasada legislatura se decidió llevar de forma provisional a una finca de Llucmajor los residuos procedentes del matadero, ya que hay unos gusanos que se los comen. Sin embargo, el olor a carne muerta ha provocado las quejas de los vecinos, que aseguran que es insoportable.