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El adiós de Munar ha desatado la indignación de la opinión pública harta de escándalos políticos. Con un aplauso unánime las personas encuestadas ayer por este periódico valoraron la decisión de la presidenta del Parlament de dejar su cargo y la política, pero con un matiz: «La decisión llega tarde y forzada por las circunstancias».
Crispación y silencios
En tono crispado, adjetivos como «chorizos», «ladrones» o «corruptos», fueron la tónica general y en general para los políticos de las Islas. También lo fue el silencio de numerosas personas que optaron por no hacer comentarios y, mucho menos, para un medio de comunicación.
No faltaron reflexiones como si la corrupción es «inherente» a la política o el circo político «genera» corrupción.
Reflexiones sobre si la corrupción es una marca con denominación de origen: «Vaya con la política en Balears» o, como defendían otros, se da en todo el país.
La sorpresa por la dimisión de Munar fue otra constante. Sorpresa ante una decisión que parecía «impensable», decían algunos.
Sorpresa añadida por tratarse de una de las personas con más trayectoria política y fama de «intocable». Sorpresa por cómo se han precipitado los hechos en alusión a las declaraciones ante la justicia de Nadal contra Munar pero, sobre todo, incertidumbre a la hora de valorar en qué medida esto afectará a la sociedad balear.
También hubo referencias al «clientelismo» de los políticos en general y de UM en particular. «Se esconden detrás de los ciudadanos y dicen que es por el bien de la gente, cuando en realidad lo que quieren es ganar votos y perpetuarse en el poder a cualquier precio», comentó otro ciudadano.
Indignación, escepticismo, incertidumbre, vergüenza... Todo un desafío para una sociedad que «no puede seguir votando a los mismos de siempre».