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El juez que instruye el 'caso Palma Arena' no creyó la versión de Jaume Matas sobre el velódromo Palma Arena y su patrimonio. En un duro auto, el magistrado impone al ex president el máximo de fianza que le solicitaba el fiscal y afirma literalmente sobre alguno de los extremos que «es claro que el señor Matas ha venido a burlarse de los simples mortales».
El ex president tiene hasta las doce de la noche del próximo miércoles para hacer frente a la fianza de tres millones de euros. Si no ingresará en prisión. El juez José Castro impuso ayer al ex president del Govern las medidas cautelares íntegras que había solicitado la Fiscalía contra él y del extenso auto en las que las justifica señala que hubiera señalado medidas más duras si se le hubieran pedido: «Dada la gravedad de los hechos bien puede darse por satisfecho el encausado con que las acusaciones no haya interesado una medida cautelar más dura», afirma.
Junto a la prisión eludible con fianza, el juez retira el pasaporte al ex president y le obliga a presentarse los días uno y quince de cada mes en sede judicial. Al cuñado de Matas, Fernando Areal, también le impone las mismas medidas cautelares que pedían las acusaciones: retirada de pasaporte y obligación de personarse ante el juez.


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El auto judicial, a lo largo de más de 150 páginas no ahorra calificativos al ex president en su declaración: «Matas se limitaba a manifestar que nada tenía que decir, o contestando con la referencia de que su cargo no le permitía entrar en menudencias de las que responsabilizaba a cargos inferiores aunque sin atreverse a pronunciar su nombre y empleando con mucha frecuencia la expresión, rayana en la divinidad de 'hágase' para aludir a la manifestación de su voluntad política».
Además de a los «abrumadores elementos de cargo» que señala existen contra Matas, el magistrado justifica las medidas cautelares en el riesgo de que intente fugarse y que manipule pruebas, en especial de lo segundo de lo que acusa de forma expresa al ex líder del PP balear y a su entorno: «El encausado no se recata en mediatizar a testigos, imponer el silencio a los que fueron sus subordinados, preconstituir pruebas falsas e incluso acude, a aunque sea infructuosamente, a una de las más altas instituciones del Estado buscando un cobijo al que no tiene derecho». Con esto último, el juez alude a la llamada telefónica que el ex president realizó al fiscal jefe de Balears, Bartomeu Barceló, para pedirle que acudiera a su declaración. Castro defiende en el auto esas escuchas, «legítimas», recuerda que sólo se pincharon los teléfonos de los investigados, no los de sus letrados y señala que gracias a ellas se pudo «desbaratar a tiempo» la creación de pruebas falsas por parte del ex president.


Riesgo de fuga


Respecto al riesgo de fuga, el magistrado emplea un argumento que ya empleaba el fiscal y es que se investiga actualmente si parte del dinero que pudo defraudar Matas luego fue desviado por éste a Estados Unidos o algún otro de los países vecinos. De hecho, en el auto se plasma la sospecha de que «el grueso» de los beneficios «ilícitamente obtenidos».
En el auto se alude también de forma indirecta a la amonestación que realizó el juez a Matas al inicio de la declaración. El imputado comenzó diciendo que había sido investigado durante año y medio sin que se le diera derecho a defenderse. El instructor le recordó que nunca había solicitado comparecer y le pidió que dejara los discursos políticos. En el auto se vuelve a recordar que oficialmente jamás se solicitó un adelanto de la declaración de Matas por parte de su defensa, aunque su letrado, «una vez ante este juzgado antes de que se señalara su citación e infinidad de veces ante los medios de comunicación haya expresado su deseo de ponerse a disposición de la justicia». Eso sí, Castro reconoce que la dilación de cinco meses entre la citación y la fecha de la comparecencia, se produjo en interés de la investigación, «no en su beneficio».
Sobre el interrogatorio a Matas, que se extendió a lo largo de quince horas, Castro manifiesta su sorpresa ante la gran cantidad de veces en las que el ex president se negó a contestar preguntas o bien señaló que no conocía nada sobre ese asunto: «La pregunta que asalta indudablemente es la de cómo es posible que una declaración con ese escueto contenido durara más de dieciséis horas y la respuesta es simple: se invirtió más tiempo en formular las preguntas que en el desarrollo de las respuestas, que en su generalidad brillaron por su ausencia».
A lo largo de buena parte de las 150 páginas que lo componen el auto enumera la serie de irregularidades cometidas en el velódromo Palma Arena y el resultado de las investigaciones sobre el patrimonio de Matas. El magistrado sitúa al ex president al frente de una organización, en la que él, 'Pepote' Ballester y Jorge Moisés eran quienes decidían en una organización jerárquica y estaban rodeados de una serie de convidados de piedra, como las ex vicepresidenta Rosa Estaràs, los ex consellers Joan Flaquer y Rosa Puig y el ex concejal de Cort Rafael Durán. Pese a que Matas no firmara ni aparezca en primera fila de las irregularidades, el juez concluye que: «no cabe imaginar que hayan podido tener lugar sin su mandato en algunos casos y su consentimiento o tolerancia en otros.
El abogado Rafael Perera recogió el auto a primera hora de la mañana. La defensa estudiaba ayer el auto judicial para decidir si recurría la decisión.