El pasado 11 de diciembre Jaume Santandreu ofició su última misa en Sant Francesc de Paula. | Concha Agustín

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La frialdad es la sensación que transmite la respuesta que el obispo de Mallorca, Jesús Murgui, remitió el pasado 21 de diciembre al ya ex sacerdote Jaume Santandreu, que el pasado día 11 de este mes ofició su última misa, pocos días antes de celebrar el cincuenta aniversario de su ordenación, en la parroquia de Sant Francesc de Paula de Palma.

«Me ha sorprendido la frialdad y la distancia de la carta del obispo. Me dejó helado. Nunca despediría una madre a un hijo de esta manera», confesó ayer el ex sacerdote, el cual advirtió con cierta sorna que «yo no le di permiso para tutearme».

La carta de Murgui de la impresión que corrobora las palabras de Santandreu en la misiva que le remitió para comunicarle su decisión: «Una relación mínimamente humana no puede funcionar sobre una desconfianza mutua». De hecho, el obispo le recuerda al ya ex sacerdote que le corresponde a él «iniciar, si quieres, el proceso de dispensa de las obligaciones de la ordenación».

Recordatorio

No obstante, el obispo Murgui considera recordarle a Santandreu que «en tu situación y como consecuencia de haber dejado el ministerio, no se puede ejercer este ministerio sacerdotal ni se pueden celebrar los sacramentos».

Finaliza, de este modo, la tormentosa relación que desde hace décadas ha mantenido Jaume Santandreu con la jerarquía esclesiástica de Mallorca, la cual no ha dudado nunca en hacer pública a través de los medios de comunicación.