Maria Salom, durante los actos de celebración de la Diada que han tenido lugar en la Seu. | Teresa Ayuga

TW
57

La presidenta del Consell, Maria Salom, aseguró ayer que Mallorca «no está para discursos» y predicó con el ejemplo con una insólita y breve intervención en el acto institucional de la Diada de Mallorca, en la que cedió el protagonista a los premiados, aunque sí justificó con breves pinceladas la política de ajustes de las instituciones. La oposición en el Consell sí acudió al acto en el Teatre Principal.

«No es tiempo de lucirnos políticamente ni tampoco de colgarnos medallas los políticos», afirmó la presidenta. Salom añadió que en estos momentos difíciles, la Diada debe servir para reivindicar la mallorquinidad sobre la base de los valores que los ciudadanos de Mallorca han transmitido «de padres a hijos».

Valores mallorquines

Para Salom, estos valores son «el esfuerzo necesario, de la austeridad como regla de vida, de la prudencia en las palabras y en las decisiones, de la inteligencia a la hora de emprender iniciativas». Junto a estos valores, la presidenta del Consell dijo que también otros aspectos definen a los mallorquines y citó «la indignación hacia la indiferencia, la falta de honestidad, la demagogia, el hambre de protagonismo social, la insolidaridad, el sectarismo y las actitudes violentas».

Salom se refirió a su papel en el Consell y aseguró que, en estos momentos, su principal preocupación es la situación de las personas y añadió que su trabajo debe centrarse en resolver «dentro de mis posibilidades» las «preocupaciones y los problemas» de los mallorquines.

«Hoy más que nunca estamos al lado de los mallorquines que lo están pasando mal, de los que más sufren, de aquellos que no tienen otro horizonte posible que el reto de salir adelante», añadió la presidenta del Consell.

Noticias relacionadas

Salom reconoció que el Consell ha tenido que hacer importantes esfuerzos para «reinventarse» y para «apretarse el cinturón» y recalcó que, debido a los problemas de financiación, la institución ha tenido que renunciar «a muchas cosas superfluas e innecesarias».

Elogio a los galardonados

La presidenta del Consell tuvo palabra de elogio para las personas que ayer recibieron las distinciones de la institución. «Su ejemplo va mucho más allá que las palabras y los grandes discursos», afirmó. Tras entregarles los galardones con los que cada año distingue el Consell los méritos de personalidades o colectivos, Salom recalcó que los premiados de este año «representan estos valores mallorquines que nos permitirán salir los primeros de esta situación».

Para Salom, las siete personas o instituciones que este año han merecido los honores del Consell «son un espejo para todos y destacó una virtud de cada uno de ellos y acabó su discurso con un «Visca Mallorca».

En nombre de los premiados, el presidente del Ferrocarril de Sóller, Óscar Mayol, que este año ha sido galardonado con una de las Medalles d'Honor i Gratitud, agradeció la distinción concedida. Destacó la importancia de que los mallorquines sigan trabajando y luchando por defender «nuestra tierra y nuestra identidad» y aseguró que en momentos de adversidad hay que seguir plantando «la semilla del futuro». «Podemos seguir trabajando sin perder la personalidad y la humildad», dijo, y añadió que el reto al que se enfrentan ahora los ciudadanos de Mallorca sociedad es definir un proyecto de sociedad «más familiar y más cálido».

Además del Ferrocarril de Sóller, el fotógrafo Josep Bonet recibió otra Medalla d'Honor y Josep Coll Vilanova recibió la distinción de Hijo Adoptivo a título póstumo para Josep Coll Bardolet.

El presidente del CD Binissalem, Jaume Vallés, recibió el premio Jaume II concedido al equipo; la taekwondista Brigitte Yagüe, también y el doctor Jordi Lalocat recogió el premio otorgado al Grup de Recerca en Microbiologia de la UIB. Guillem Crespí, padre de la nadadora Margalida Crespí, recibió el galardón en nombre de su hija.