José Manuel Soria. | Juanjo Martín

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En Mallorca las trifulcas de Madrid se ven desde la distancia, es decir, con frialdad y perspectiva. Eso quiere decir que por lo bajini toda la tropa ya empieza a prepararse para las próximas elecciones generales, que serán el 18 de diciembre. Quedan muchas incógnitas. ¿Volverá Més a presentarse con Podemos? ¿Sacará la cabeza Biel Company como aspirante a líder regionalista del PP antes de la contienda? ¿Se preparará el PSIB para reposicionarse dentro del PSOE caso de que Pedro Sánchez quede clavado entre la espada y la pared con los resultados?

De momento, a nivel interno, las incógnitas mandan sobre las certezas. Pero a nivel externo, contemplando la verbena que se ha montado en Madrid, las cosas se ven con claridad meridiana. Rajoy la ha liado parda con la frustrada designación de José Manuel Soria como ejecutivo del Banco Mundial. Pero ha logrado que no se hable de él después de haber sido derrotado de manera inapelable en la sesión de investidura. Consigue salvarse de puntitas tras haber sido rechazado por la Cámara. En otras naciones, al que le pasa éso tras ocho meses de comedia para no asumir la investidura, no le queda otro remedio que irse a su casa. Aquí no. Aquí sueltan un canario y todo el mundo le persigue con la encopeta en la mano, dejando al rinoceronte tranquilo, en paz y a salvo, aunque esté lleno de moscas.

Es más que sospechoso que Rajoy arrojase a Soria al ruedo sin muleta exactamente diez minutos después de que perdiese la segunda e inapelable votación. De esta manera, en el PP no analizan si les convendría más presentar otro candidato a presidente tras la celebración de las elecciones vascas y gallegas. Tampoco hay presión mediática en este aspecto vital para Rajoy.

Pero la consecuencia es que la Villa y Corte parece en estos momentos la nave de los locos. Estas Cortes van de cabeza a su disolución. Su presidenta, Ana Pastor, ya se ha enfrentado con todos los partidos menos el PP tras su negativa a hacer comparecer «de manera urgente» al ministro De Guindos, responsable directo de la designación de Soria como banquero mundial, que antes de su implicación en los papeles de Panamá fue ministro de Turismo y obseso partidario de horadar en Mar Balear en busca de petróleo.

Con un Madrid político en pleno deterioro, la llamada a las urnas está cantada. Lo seguro es que todos se pondrán de acuerdo para que no se vote el día de Navidad. El más beneficiado con la tercera convocatoria es Rajoy. Sabe que con la actual correlación de fuerzas aunque lograse ser investido in extremis en octubre no tiene apoyos para gobernar con un mínimo de estabilidad. Sánchez también necesita otra vez las urnas para seguir aferrado al cargo.

Lo seguro es que el sufrido pueblo soberano volverá a votar. Pese a las protestas y el cabreo, en el último momento acudirán casi todos como corderitos los colegios tras semanas de bombardeo político sobre el mantenimiento de las pensiones, de la sanidad pública, la educación o del rebrote del paro. La gente vota con ilusión un par de veces en su vida. El resto de las ocasiones lo hace con miedo. El miedo de la gente es la salud de los políticos. Consiguen que se vote no para mejorar, sino que la ciudadanía se contente con mantenerse como está.

Habrá urnas llenas el 18-D. Eso, o el caos.