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La campaña Venda directa tiene como objetivo acercar al consumidor los alimentos cultivados o elaborados por agricultores y ganaderos de la Isla, proporcionando un trato directo, sin intermediarios. A esta iniciativa promovida por el Govern balear se han adherido 17 explotaciones agrícolas o ganaderas de Mallorca y Menorca. Y la lista de pequeños negocios familiares que se pueden visitar para adquirir frutas, verduras, quesos, miel, confituras o caracoles, entre otros alimentos de la tierra, va creciendo a medida que los payeses se deciden a abrir las puertas de sus fincas rústicas, queserías o granjas a un consumidor que busca la autenticidad del producto de proximidad o ‘kilómetro cero’. En la web de Venda directa se dan a conocer los lugares que realizan este tipo de venta al particular.


Tres espacios

La campaña Venda Directa fue presentada ayer con una visita a tres de las explotaciones agrícolas que han dado el paso de vender en la misma propiedad, lugares no siempre fáciles de localizar, por lo que están señalizados con un logotipo específico. Se trata de la Formatgeria Son Jover, situada en la falda del Puig de Santa Magdalena, en Inca; S’Hort de Can Jaume, un huerto de más de cuatro quarterades (algo más de 28.000 metros cuadrados) que, hoy por hoy, constituye la única tienda de comestibles de Pina, un pequeño llogaret de Sencelles relegado a "pueblo dormitorio" tras años de éxodo hacia la ciudad; y Sa Caragolera, una granja de caracoles creada hace cuatro años en Binissalem y cuyo impulsor, Miquel Àngel Salom, desde el primer momento asumió que la venta directa era el camino para poder vivir de ello en una isla en la que la restauración tiende mayoritariamente a importar producto de fuera.

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La eliminación de intermediarios es fundamental para que la payesía pueda ser un medio de vida. «Hay que sacar la calculadora y hacer números: si llevar un cordero al matadero te da 1,5 euros de ganancia por animal, y cuidarlos supone cuatro horas de trabajo de una persona, es mejor venderlos para que los engorden otros», señala Toni Seguí, segunda generación de la familia que explota Son Jover. A sus 22 años es el presidente de la Asociación de Ovella Roja Mallorquina y un entusiasta de la mejora de esta raza autóctona. El empuje de la juventud se nota en esta finca en la que cuentan con un millar de ovejas y con la única pastora profesional de Mallorca, entendiendo por ello que no es alguien de la familia, como es habitual en el campo mallorquín.

Los payeses de S’Hort de Can Jaume, en cambio, son veteranos y han vuelto a la venta directa después de años trabajando para grandes superficies con los márgenes de beneficio cada vez más apretados para estos productos cultivados sobre Call Vermell, una de las tierras más fértiles de Mallorca y, a la vez, que más cuesta trabajar por su escaso grosor y necesidades de agua. La botigueta en la que han convertido la antigua habitación de sus hijos una vez independizados es todo un viaje a la Mallorca rural que aún no ha sucumbido del todo a la globalización del mercado: ristras de ajos, enfilalls de tomàtigues de ramallet, melones tardans - cultivados en verano pero reservados para su consumo a finales de año- o nesples, una fruta de otoño hoy casi desaparecida del mercado, llenan sus cajones y perchas.

La cocinera María Salinas, embajadora de la campaña Venda Directa, ofreció una degustación con alimentos de estas fincas y reflexionó sobre cómo influye la calidad del producto en el resultado final de los platos que cocina. «Yo busco siempre estos productos de proximidad, cultivados o criados en Mallorca con métodos naturales y eso se nota en el sabor final de cada plato».