Aina Calvo y José Luís Rodríguez Zapatero. | Joan Torres

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El restaurante Casa Jacinto de Génova se convirtió este jueves en el templo donde se ofició la resurrección del calvismo. Extasiados por la presencia de Zapatero, un centenar largo de avalistas de Susana Díaz encabezados por Aina Calvo, que vuelve por sus fueros, aplaudieron extasiados a José Luis Rodríguez Zapatero, convertido en el monarca emérito-protector de la sultana andaluza en su avasallador avance hacia la secretaría general del PSOE.
Allí gozaba, como si estuviese degustando una caracolada genovesa, lo más florido del antiarmengolismo mallorquín. Allí cabalgaban en sus sillas de combate Joan Mesquida, actual mando áulico del Ayuntamiento de Calvià y exdirector general en el Ministerio de Defensa con José Bono. Dice la rumorología socialista de Mesquida que cuando le hablan de Armengol se saca agujas de Vudú del bolsillo.

También parecía electrificado un ultrasatisfecho Ramón Torres, que fue citado por Susana como militante ejemplar en el solemne acto de presentación de su candidatura en Madrid, junto a Felipe González y el propio Zapatero. Torres está armando a toda la sensibilidad andalucistas que hay en el PSIB-Palma en apoyo de Susana. Es muy capaz de organizar una fiesta de faralaes para darle la bienvenida a Susana cuando venga a Mallorca en campaña interna para anatemizar a Pedro Sánchez.

No faltaban tampoco en Casa Jacinto personas próximas a Calvo, como Yolanda Garví, su antigua fiel escudera en Cort. Y también, como no, el portavoz del PSIB en el Parlament, Andreu Alcover, que apoyó a Aina Calvo en las primarias del 2014 pero luego, con su reconocida habilidad bíblica para nadar entre dos aguas y separar el Mar Rojo si hace falta, se dejó querer por la vencedora Armengol, que le nombró nada menos que portaestandarte socialista en la Sala de las Cariátides.

En Casa Jacinto estalló el 'gaudium magnum' cuando Zapatero hablo de la «España plural» que, según él, tan a la perfección comprende y encarna Susana Díaz, una batalladora que, para ZP, tiene «mucha visión de España». Como era de esperar, Zapatero largó alguna de sus frases cósmicas e inescrutables, marca del maestro. En Génova no habló del viento (y eso que hacía bastante). Esta vez proclamó: "La vida, en general, es un deshacer prejuicios». ¡Toma castaña pilonga!. ¿Qué quiso decir el marqués del brote verde con esta reflexión digna de Sócrates en una madrugada de jaqueca? Seguramente (se supone) intentó justificar que Susana le pusiera la palangana a Rajoy para que lograse continuar como presidente del Gobierno. Para los socialistas es muy difícil de vender esta moto, pero el filósofo encontró la solución entre líneas. Para él, 'no es no' es incapacidad intelectual de superar un prejuicio, se intuye que vino a decir el hermeneuta de León.

Pero lo seguro es que el calvismo ha vuelto por sus fueros. Las primarias de mayo tendrán lectura interna en Balears. Y más grande de lo que muchos creen. Casa Jacinto es el punto de arranque, la catapulta que puede adquirir mucha fuerza si la Sultada bate a Pedro Sánchez. Por su parte, una hábil Francina ha dado su apoyo al sosote y unitarista interno Patxi López. Es una forma inteligente de salvar la quilla del barco, pase el 21 de mayo en las urnas.

Armengol lo tendrá difícil si gana Díaz. Su Govern es ahora mismo un funeral tras el estallido del misterioso torpedo teledirigido (no se sabe por quién, aunque se admiten apuestas...) que abrió un boquete descomunal en la línea de flotación de sus aliados de Més al eclosionar el festival Jaume Garau. Francina tiene ahora mismo zombies a sus consellers de Més, convertidos en sonámbulos intentando cruzar el desierto. Es tan brutal, infantiloide y de chupete de bebé el error que cometieron al darle contratos públicos a su exjefe de campaña electoral que las consecuencias son imprevisibles. La puñalada trapera que han encajado puede cambiar, a la larga, todo el panorama de la izquierda balear.

En última instancia, la debilitada es Francina. Su ahora de nuevo embravecida oposición interna danza en torno al tótem Susana afilando instrumentos para jivarizar adversarios. Y este calvario de Més puede ir a más a medida que avance la investigación policial, de Fiscalía y judicial. Y el antiguo calvismo vuelve a exhibir plumas de guerra y penachos de batalla. Y ya hay quien sueña en saldar las viejas cuentas tras la carnicería interna provocada por las traumáticas primarias de 2014. Menos mal que en Casa Jacinto estaba Andreu Alcover, siempre dispuesto a hacer de Simón Cirineo cuando lo imponga el guión. Pero esta vez hay tanta agua entrando por la línea de flotación del Govern a causa de la traca Garau que la hora de los parches y las cataplasmas ya ha pasado, tal vez para siempre. Con Susana al viento en la proa de este nuevo proceso político, vienen por delante, aún a lo lejos pero ya perfilando el horizonte, horas inciertas y confusas, marco perfecto de la ambición política.