Varios accionistas de las empresas que vendieron en 2008 un hotel en Mallorca y otro en Canarias han declarado este jueves ante el tribunal que juzga por supuesta estafa e insolvencia punible a los seis hermanos Ruiz Mateos que vendieron los establecimientos a la familia y no solo al padre.
Una decena de socios que han declarado como testigos en el juicio han coincidido en identificar como compradores de los hoteles Beverly Playa de Paguera y Beverly Park de Maspalomas a la familia y al grupo de empresas propiedad de los Ruiz Mateos.
Algunos de ellos han señalado que dos de los hermanos acusados estuvieron presentes en la notaría el día que se firmó la compraventa, y han identificado a uno como Álvaro Ruiz-Mateos Rivero, que la semana pasada, en su declaración ante el tribunal responsabilizó de la operación y de la negociación a su padre, José María Ruiz-Mateos, fallecido en 2015.
Una de las testigos ha recalcado que los compradores «eran sus hijos». «Al señor Ruiz Mateos yo nunca le vi la cara; aquí los únicos que intervinieron fueron los hijos», ha asegurado. Otra ha descrito a los compradores como «los varones de la familia».
Buena parte de la docena de testigos que han comparecido en la quinta jornada del juicio eran socios de las dos empresas que vendieron los hoteles y han explicado que delegaron la negociación y las decisiones en el consejo de administración, que estaba asesorado por un despacho de abogados.
Todos ellos percibieron una cantidad inicial por la venta y transcurridos quince meses dejaron de cobrar las cantidades mensuales acordadas, impago que propició la denuncia, han relatado.
Si bien varios de ellos han admitido que no comprobaron la solvencia de los compradores han destacado que les merecían confianza. Una de las accionistas ha detallado que en aquellos momentos, los Ruiz Mateos «salían mucho en la tele, habían fundado Nueva Rumasa y querían devolver el prestigio de sus padres».
«En 2008 yo creía en ellos, si no, no firmo. Me merecían credibilidad y un cierto grado de confianza», ha agregado.
Otro accionista minoritario ha precisado que la venta fue a las sociedades del grupo Nueva Rumasa, con aval personal del padre y de los seis hijos y otro aval de dos empresas que ha descrito como «de cierta entidad entonces», Clesa y Dhul.
«Yo personalmente lo tenía como un ejemplo de gran empresa española solvente», ha asegurado sobre Nueva Rumasa.
Otra de las socias ha coincidido en que le merecían la confianza «que vendían a todos». «Que se estaban recuperando, tenían un premio al mejor empresario de España y habían comprado el Caserío que es una empresa que generaba muchísima confianza en Baleares», ha detallado.
Uno de los propietarios, residente en Inglaterra, ha explicado que sabía que los compradores eran la familia Ruiz Mateos y les ha descrito como una empresa con activos por toda Europa que se dedicaba al sector alimentario, tenía bienes inmuebles y «estaba en expansión».
Ha añadido que, en apariencia «era una empresa seria» y la operación era viable porque los compradores eran solventes.
Cuando se produjo el primer impago, asistió a una reunión con Álvaro Ruiz-Mateos en el hotel de Mallorca, convocada para tratar de renegociar, pero ha dicho no recordar los detalles de la propuesta que ha calificado de «ridícula».
Según otro de los socios que asistió, la reunión fue para dar explicaciones tras el impago. «Para tratar de convencernos de que había solvencia», ha detallado el testigo, que tampoco recuerda que hiciera ninguna propuesta de pago, pero sí que insistió en que eran solventes e iban a pagar.
Una testigo ha recordado que en esa reunión, Álvaro Ruiz Mateos dijo «que él cumplía, que su padre cumplía, que todos los hermanos cumplían». El juicio continuará mañana ante la sección primera de la Audiencia.
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