Biel Company. | Teresa Ayuga

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Biel Company está pasando un agosto de reflexión y meditación escuchando a su sanedrín y oteando el horizonte inmediato. Deshoja la margarita sobre si se ha de convertir en el portavoz parlamentario del PP a partir del otoño para tener mayor presencia pública, reforzar su liderato e ir preparando la recuperación de su partido, ya en la mirada puesta en las autonómicas del 2019, aún lejanas pero cada vez más a la vista.

No hay consenso en el círculo de confianza de Company sobre si tiene o no que dar ahora el paso hacia la portavocía. Se valoran todos los pros y contras. No pocos consideran «prematuro» forzar un mano a mano con Armengol y sus socios en cada pleno, La izquierda en el poder cuenta con un importante activo en sus manos: la recuperación económica. La creación de empleo en Balears va como un tiro, se están recuperando los niveles anteriores al 2008 y el optimismo está en la calle. No es el mejor campo abonado para el discurso de Company, que calaría mucho más en una situación de depresión y vacas flacas. En otros tiempos, Bauzá logró una gran victoria en 2011, justo después de que lo alcanzase Rajoy, porque la coyuntura era catastrófica a causa del crack internacional. Ahora acontece todo lo contrario. Company no puede presentarse en la Cámara como el 'salvador', a lo sumo puede ejercer de moscardón molesto pero, en el fondo, inofensivo, dándole la oportunidad a Armengol para que se luzca.

En esta situación, hay gente en la cúpula que le aconseja a su presidente esperar un año y montar la ofensiva en serio para recuperar el poder a partir de septiembre del 2018. Mientras tanto, le aconsejan una posición «firme, moderada y seria», es decir, que se quede donde está, dejando que Marga Prohens haga su trabajo de portavocía. Company duda. El cuerpo le pide guerra, pero el cerebro le impone prudencia: saber esperar a que las contradicciones del Pacte se hagan mucho más visibles a partir del año que viene para así poder lanzarse a la yugular en el momento preciso.

La preocupación se centra es que se expanda y se haga creíble la «falsa» imagen de que Company hace oposición «a la bartola», demasiado tranquila, dejando respirar a la izquierda «hasta que sea demasiado tarde». La decisión final sobre la portavocía se tomará dentro de unos días. Company tiene un problema primordial: ha de rearmar a su partido, sobre todo en Palma, sacarlo de su letargia. El PP capitalino vive traumatizado por la última ristra de escándalos y por el funeral político de Rodríguez y Gijón. La traumática realidad interna fuerza Company a subirse al caballo y levantar el sable para insuflar ilusión. Ese es el vistoso contrapunto a la prudencia que le reclaman algunos.

Y en lo que respecta a Palma, Company también tendrá que deshojar políticamente otra margarita. El santjoaner necesita como,el pan que Marga Duran se convierta en un motor del partido. Sin presencia ni victoria en Palma es imposible que Company pueda plantearse alcanzar la presidencia autonómica. Y desde el antiguo aparato rodriguista se expanden mensajes en el sentido de que Company no acaba de confiar en Marga como revulsivo. Habrá que darle tiempo al tiempo. Se sabe que aún pululan algunos rodriguistas heridos esparciendo rumores 'malignos'.

Este es el campo de la duda de Company. Dentro de poco se sabrá la respuesta a cómo lo afronta. De si se hará visible al frente de la tropa arriesgándose a los mandoblazos de la izquierda, o si continuará en retaguardia, a la espera de acontecimientos.