En el departamento en el que trabaja Marc Clapés se diseñan todos los componentes mecatrónicos de LEGO. | Teresa Ayuga

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A la edad en la que los niños quieren ser futbolistas, músicos o bomberos, Marc Clapés (Palma, 1991) tenía muy claro que quería ser inventor. Años más tarde, y después de licenciarse en Ingeniería Mecánica por la Universitat Politècnica de Catalunya, lo ha conseguido. Desde el pasado septiembre es trabajador fijo en la sede central de LEGO en Billund, un pequeño pueblo en el centro de Dinamarca, de poco más de 6.000 habitantes. LEGO es la segunda compañía juguetera del mundo y factura 4,5 mil millones de dólares al año.

¿Cómo entró a trabajar en LEGO?
—Todo fue gracias a una casualidad. Estaba cursando mis prácticas en la República Checa para la marca de coches Skoda. Paseaba junto a una amiga y encontramos una tienda de LEGO. Ella me dijo que conocía a alguien que trabajaba para esta compañía en Hungría. Entonces pensé dedicar mi tesis de final de máster a LEGO. Dio la casualidad de que al visitar las ofertas de la web vi que habían publicado una vacante de ingeniero en prácticas dos semanas antes. El proceso de selección fue largo y difícil pero finalmente me aceptaron. Pude prolongar mi periodo de prácticas hasta doce meses y, después de eso, conseguí un puesto fijo en el departamento de Product Technology.

¿A qué se dedica su departamento?
—El departamento en el que trabajo diseña todos los componentes mecatrónicos de LEGO. Es decir, todo lo que no sea una simple pieza de plástico: motores, sensores, mandos de control remoto, cajas de baterías... Para productos como LEGO Mindstorms, LEGO Power Functions (como los de la excavadora de la fotografía), LEGO Boost, etc. Somos un equipo de diseñadores, ingenieros mecánicos y electrónicos. Y desarrollamos todos los componentes, desde el concepto hasta la manufactura, pasando por el diseño de las piezas, el ensamblaje o las gestiones con los proveedores. Es un trabajo muy completo.

¿Cómo es eso de vivir en Dinamarca?
—Bien. El nivel de vida allí es muy alto; tenemos un buen sueldo y muy buenas condiciones laborales, pero no hay sol. Ese es el problema. Personalmente, que llueva constantemente no me molesta mucho, pero lo que sí me irrita son las pocas horas de sol. En invierno hay dos meses que no lo veo. Entro a trabajar a las ocho de la mañana, y no ha salido, y cuando acabo a las cuatro ya se ha escondido. Y aunque salga, muchas veces es un cielo gris. Esos dos meses son duros. Cuando el día se alarga es más llevadero.


¿Y su relación con los daneses?
—Son muy amables. Todos hablan inglés, lo que pasa es que es difícil hacer amistad de verdad si no hablas danés. Amigos daneses de verdad sólo tengo uno, pero estoy aprendiendo danés, quiero integrarme al máximo.

¿Qué valoración hace de su experiencia?
—En general, estoy contento porque tengo un trabajo que me encanta. Cuando me levanto cada día no pienso ‘voy a trabajar', sino ‘voy a crear cosas y a divertirme'.