Un aparato Carvair durante la carga de un Renault Dauphine. | Redacción Local

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Hubo un tiempo en que se podía ir con el coche volando a Mallorca. Corría el año 1964 y Aviaco, la otra compañía importante entonces con Iberia, alquiló a la empresa Douglas dos aviones ATL-98 Carvair. Estos aparatos, con una envergadura de 32,27 metros y un alcance de velocidad de 402 kilómetros hora, permitían llevar, ida y vuelta, de Nimes, Valencia o Barcelona cinco coches a Mallorca. Los vehículos entraban por la parte delantera, bajo la cabina de los pilotos y, además, en la parte trasera, mirando hacia la cola, podían instalarse 22 pasajeros cómodamente sentados.

En estos Carvair se podían cargar bicicletas, vehículos de tres ruedas y trailers. Subir el coche costaba según su longitud; si el agraciado tenía un coche de 5,5 metros pagaba 3.500 pesetas. Se exigía que el depósito del coche no estuviera lleno, pero sí podía estar medio lleno.

Ahora que algunos políticos quieren poner un impuesto a las compañías de rent-a-car, en los años sesenta no hacía falta, porque apenas había en Mallorca coches para alquilar y algunos ricos se lo traían en el avión para no perder tiempo en travesías marítimas, por entonces incómodas. Cuando proliferaron los alquileres con coches de marca y se reforzaron los trayectos de la Trasmediterránea, estos vuelos dejaron de ser rentables. En 1968 Aviaco cerró este servicio.