Juan Domenech, Patricia Lliteras, Toni Morey, Gina Noguer, Patricia Caldentey y Laura Morlane en una reunión de trabajo para analizar la problemática de Platja de Palma. | M. À. Cañellas

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Los hoteleros de Platja de Palma lanzan la voz de alarma y temen que el próximo verano se produzca un récord de conductas incícas, ya que el pasado fin de semana sufrieron el turismo de borrachera, habitual en verano pero no en invierno.

El pasado fin de semana tuvo lugar una fiesta que atrajo a numerosos turistas alemanes, sin que las fuerzas de seguridad ni los hoteleros fuesen conscientes de que iba a celebrarse. Los hoteleros explican que comenzaron a tener reservas y señalan que algunos hoteles llegaron al 100 % de ocupación. Aunque aparentemente parecía una buena noticia, lo cierto es que causaron más daños que beneficios. El hotel Riu Bravo fue uno de los más perjudicados, ya que unos clientes rompieron uno de los aspersores anti-incendios, provocando inundaciones en diez habitaciones por la fuga de 17 toneladas de agua. Las habitaciones aún permanecen cerradas porque no se han podido reparar los cuantiosos daños. La directora del hotel, Patricia Caldentey, explica que tuvo que personarse en las instalaciones a las 3 de la madrugada porque los clientes exigieron que se les pagasen 1.400 euros por los daños que habían sufrido sus enseres personales.

Caldentey señala que llamaron a la Policía y en cinco minutos llegó una patrulla de la Nacional, a la que le siguieron una de la Local y otra de la Nacional; destaca la respuesta rápida de la Policía, aunque no siempre es así.
Los hoteleros consideran que la actuación de las fuerzas de seguridad debería ser también preventiva y no solo a posteriori. En este sentido, reclaman al Ajuntament de Palma y al Gobierno central que aumente el número de policías. Los hoteleros advierten que en enero ya hay prostitución y venta ambulante en la zona, fenómenos propios del verano. Otra de las novedades que han detectado es que los clientes del pasado fin de semana no eran jóvenes, si no personas adultas, de 40-60 años o más; algunos no pudieron ni realizar el check-in porque llegaron ebrios. Las reservas eran de 1-3 días, cuando suelen ser estancias más largas.