Fina Santiago durante una intervención en el Parlament. | Redacción Local

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El obús lanzado por Miquel Ensenyat el pasado fin de semana, mostrando su disposición a ser el cabeza de lista de Més a la presidència del Govern, dejó helada a buena parte de la organización, famosa por la lentitud en sus decisiones y por analizar y reanalizar quinientos pros y novecientos contras antes de dar un paso de medio metro.

Pero Ensenyat es de otra pasta. Lo ha demostrado desde la presidència del Consell, donde ha impulsado un buen puñado de iniciativas a partir del excelente funcionamiento del Pacte en esta institución. Ensenyat cruzó el Rubicón en el momento oportuno y está arrastrando a su lado al grueso de la coalición, comenzando por las bases y muchos cuadros institucionales del PSM.

La gran sorprendida fue la consellera Fina Santiago, el eslabón de Més más próximo a Francina Armengol. Todo le cuadraba a Fina hasta el pasado fin de semana. Quería un proceso de elección de cabezas de lista tibio y controlado, en el que ella fuese designada número uno al Parlament, para tras las próximas autonómicas ser la vicepresidenta del Govern de Francina. Todo estaba calculado, medido y meditado. Més se iba a presentar a las elecciones en un papel de segundón, dejando que Ensenyat continuase de president del Consell y 'reservando' la presidència del Govern al PSIB-PSOE.

Era un Pacte antes de urnas, al gusto de los más acomodaticios. La propia Fina decía que 'Miquel tiene que seguir en el Consell para terminar en un ciclo de ocho años todo lo que ha lanzado' . Era el entreguismo en estado puro, ¡si Ensenyat se quedaba en el Consell de president, ello significaba que en el Govern Francina ya tenía reservado el puesto de presidenta con Fina de vice! Todo atado y bien atado antes de llamar al pueblo a votar en los confusos tiempos del reaccionarismo lingüístico.

Pero Ensenyat, el titán de Tramuntana, saltó a la carga a pecho descubierto. No quiere renunciar a que Més sea en 2019 la fuerza hegemónica de la izquierda. Esa es la clave. No quiere la cómoda silla de número uno del Consell, desea que su formación avance hasta hacer realidad buena parte de sus anhelos, valores y pensamiento. Desprecia la política concebida como adormidera. Quiere acción y compromiso en todo Més. Ve avance de la «extrema derecha» contra la lengua propia y busca convertirse en dique ante la reacción y en impulsor de la autoestima balear.

Ha sido tan fuerte la embestida que a Fina no le queda otro camino que el paripé. Anunciará, como es obvio, su candidatura a presidenta del Govern en las primarias que se celebrarán dentro de un par de meses, pero sabe que no tiene nada que hacer contra Ensenyat. Fina es de Iniciativa, minoritaria dentro de Més. Si la otra candidata fuese Bel Busquets, tendría posibilidades de ganar en un ambiente tibio, insulso y entreguista. Pero con el titán de por medio, un PSM reinsuflado de esperanza e ilusión formará detrás de Ensenyat.

Fina presentará candidatura pero comenzará el juego invisible para llegar a un pacto y a una sola lista encabezada por Ensenyat. Santiago cederá porque la olla hierve. La veterana consellera sabe que no puede arriesgarse a una barrida en las urnas. Ensenyat ha ofrecido consenso, pacto y fusión de candidaturas. Y eso es lo que acontecerá. Ahora toca paripé. Dentro de unas semanas será dinámica de apoyo total a Ensenyat también por parte de los veteranos de Iniciativa. A Fina se le ha cruzado en su camino lo más importante que existe en política: el carisma.