Poco tiempo después de su apertura, explica, «se crearon los sellos independientes y decidí abrir la tienda a la música independiente, a todos aquellos que fueron la base de ‘La movida', del pop de los ‘80». En 1982, Sancho crea el sello discográfico Blau, que nació para poder editar ‘Joana lluna', de Joan Bibiloni «y resultó que hacíamos falta». Antoni Vives entra en el negocio como socio y en 1987 el local se traslada de la calle Estanc a su actual emplazamiento. Sancho afirma que ambos «nos complementamos, él llevaba más la tienda y yo la discográfica» y desde hace unos años, añade, «contamos con mi hija Ana».
El comercio inicia una época dorada de la venta de discos «aunque también hacíamos conciertos, organizábamos festivales de jazz, a Van Morrison, por ejemplo, lo hemos traído siete veces, y todo eso nos dio un sello de tienda especial y por aquí te podías encontrar a artistas que venían a tocar a Palma y después se pasaban a comprar algún disco», recuerda Sancho. El negocio se adaptó muy bien a la llegada del CD , pero nunca ha dejado de vender vinilos.
Hasta 2003, «el último año que crecimos», el negocio fue aguantando, pero a partir de ahí, lamenta Sancho, las crisis se han ido sucediendo. «La primera fue el top manta, que nos hizo mucho daño porque además socialmente parecía que éramos unos depredadores que no dejábamos a unas pobres personas ganarse la vida en la calle. Al top manta se lo cargó el pirateo a través de la red y ahí nos volvieron a atacar porque de repente el disco era carísimo». La tercera crisis, prosigue, «fue el streaming, con la diferencia de que éste es legal y los otros dos no, pero la industria discográfica ya estaba muy tocada y tampoco hubo un nivel de respuesta adecuado».
La tienda llegó a perder el 70 % de su caja, «pero ni siquiera entonces nos planteamos cerrar y en 2012 abrimos Espai Xocolat, una sala para pequeños conciertos, exposiciones, presentaciones de disco, ruedas de prensa y hasta mítines. Lo complementamos con una cafetería». Sancho entiende que «la diferencia con otras tiendas que han cerrado es, además de la amplitud de oferta y la preparación para la venta, que también somos sello discográfico, que la música la vivíamos desde dentro».
Hoy día, apunta Sancho, «hay dos tipos de compradores de discos, el que compra compactos o porque le sigue dando un valor extraordinario al trabajo que hay detrás del CD físico o porque no maneja redes, y el comprador de vinilo, que se ha incorporado hace unos años».
En cuanto al futuro, augura, «va a depender mucho de cómo gire el mundo de la música, si la música se acaba con la red podríamos quedar como una boutique, pero si el disco físico sigue siendo indispensable para un artista sí tendremos futuro».
5 comentarios
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El bragaton, que s'ha carregat la música d'aquest país.
Xocolat junto con Disco Loco, las unicas tiendas que nos quedan a los amantes de la música y si no las cuidamos un poco, desapareceran como las demás
Abrazo fuerte para Miguel Ángel y Toni. Valientes.
Yo dejé de ir a comprar allí en cuanto se convirtieron en cafetería. Cada vez tenían menos discos interesantes, imagino que por falta de espacio o porque les interesaba más potenciar el aspecto hostelero. Supongo que ganarían bastantes clientes, pero también perdieron unos cuantos. Bares los hay a montones, pero sitios donde comprar buena música, ya prácticamente ninguno, y sólo queda recurrir a internet. Una lástima.
Cumpleaños feliz (sin derechos de autor)