La alpargatería La Concepció abrió sus puertas en el año 1940. Una menorquina, Jerónima Fernández, decidió traer la albarca Ruidavets a Mallorca. Ahora la regenta Visitación Hernández, propietaria del negocio desde el año 2006, pero que trabajó muchos años con la fundadora. | Jaume Morey

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La alpargatería La Concepció abrió sus puertas en el año 1940. Una menorquina, Jerónima Fernández, decidió traer la albarca Ruidavets a Mallorca; el negocio se fue ampliando, al ofrecer el resto de calzado artesano de las Islas. En la década de los 80 fue cuando comenzó a tomar fuerza, ya que la reina Sofía se convirtió en una de sus clientas habituales. «A ella le gustan este tipo de tiendas porque le recuerdan a Grecia», explica Visitación Hernández, propietaria del negocio desde el año 2006, pero que trabajó muchos años con la fundadora. Doña Sofía es una de las mejoras embajadoras que tiene la alpalgatería La Concepció, ya que cada año va ella misma con su hermana Irene a comprar sus zapatos. También acuden los mayordomos a comprar calzado para la princesa Leonor y su hermana la infanta Sofía.

Aunque la Familia Real es una clientela muy especial, no son las únicas personalidades conocidas que acuden a la alpargatería. El año pasado estuvo Michelle Obama. «Era encantadora, una mujer muy sencilla», cuenta Visitación, que no quiere dar detalles de los productos que compró; sí que los seleccionó ella misma. Otros vips que han pasado por este establecimiento emblemático son Ricky Martin, Chayanne, Emilio Aragón, Terelu Campos, etc.

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Sin embargo, para Visitación todas las personas que acuden a la alpargatería son igual de importantes; la mayoría son nacionales, muchos catalanes, del norte de la Península y valencianos. «Los de fuera conocen mejor la alpargatería que los mallorquines», lamenta. El boca a boca les funciona muy bien para darse a conocer. Aunque la mayoría de sus clientes son españoles, también tienen algunos extranjeros; incluso han enviado sus productos a Canadá, Italia y Alemania, etc.

Visitación y su hija seleccionan con mimo todos los zapatos que llegan a la tienda; todos son realizados por artesanos. «Intentamos que sea lo mejor de lo mejor», señala. En este sentido, explica que el secreto del éxito que les ha permitido superar todas las crisis es ofrecer calidad a precios muy ajustados. «Ha habido años bastante crueles, pero los vamos toreando. Mientras mi hija y yo ganemos un sueldo, que es bastante modesto, ya nos va bien». Visitación explica que las grandes superficies y los comercios chinos les hacen mucha competencia, contra la que no pueden competir. «Las grandes superficies venden albarcas tiradas de precio y los chinos ya son la pera», expresa, y asegura que han obligado a cerrar a muchas alpargaterías. «La artesanía vale cara y a la gente le cuesta mucho pagarla», lamenta. Además, critica que la ruta de los cruceros esté tan focalizada en la zona de la Seu.

Para las amantes del calzado, entrar en la alpargatería La Concepción es como hacerlo en el paraíso; hay tanto género que Visitación confiesa que al principio se agobiaba, tienen siete habitaciones llenas de calzado