Colchonería Verd. | M. À. Cañellas

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Luis Enrique Carrillos es la tercera generación que regenta la Colchonería Verd, un negocio fundado por su abuelo, Clemente Verd, en el año 1937. En sus orígenes, explica Luis, su abuelo empezó a vender telas «y como era colchonero de profesión también hacía colchones de lana. Iba a los domicilios, llevaba el colchón al terrado y ahí con un palo estiraba la lana, la deshacía, luego lo rellenaba y lo cosía con una aguja, era como se hacía antiguamente», explica.

Después, «cuando mi abuelo dejó el trabajo mi madre se subrogó y pasó a ser la titular del negocio. Gracias a esto durante muchos años mantuvimos la actividad, porque si no hubiéramos perdido los derechos del local ya que en ese momento lo teníamos alquilado. Hace cuatro años lo compramos», recuerda.

«De ahí el negocio pasó a mi hermano y a mí», comenta Luis, quien ya lleva 32 años al frente. Cuando echa la vista atrás comprende que «los ‘80 fueron los años dorados, en esa época teníamos colchones, canapés, bases, todos los complementos, porque no había grandes superficies, solo estaba el primer hiper, y se trabajaba mucho». Hoy en día, en cambio, Luis lamenta que «han hecho mucho daño tanto las grandes superficies como las tiendas de colchones low cost, que han reventado los precios. Hay sitios en los que se abre una tienda con precios de liquidación y cuando queman la zona, cierran y se van a otra zona, aquí pasó en la calle General Riera».

Además de que «hay muchas tiendas de colchones que se han ido a pique porque creo que hay demasiadas marcas de colchones en el mercado, hay una excesiva oferta para la demanda existente, porque un colchón se cambia cada 10 años mínimo, y ahora con la crisis hay gente que los hace durar hasta 20 años».

En su opinión, «nuestro éxito ha sido sabernos reciclar a lo largo de los años, primero empezó mi abuelo con la lana, luego tuvo continuidad con los muelles, canapés, colchones, bases etc. y ya posteriormente cuando acabó este ‘boom', al nacer las grandes superficies, nos especializamos en la espuma al corte, que es el verdadero producto estrella de este comercio, aunque también vendemos complementos como almohadas, cojines, protectores, ... y hago trabajos de tapicería como complemento para suplir al colchón».

El local, reconoce el propietario, «es muy pequeño porque el genero abulta mucho y hay poco espacio para trabajar», pero sabe que «no nos podemos mudar porque aquí nos conocen de toda la vida». Entre la clientela «hay un poco de todo –dice Luis–, funciona el boca a boca, por lo que viene mucha gente a propósito, que no es de la zona, también gente mayor y de los pueblos».

Luis asegura que «en 32 años no he cerrado ni un día, he venido siempre a trabajar, incluso con un neumotórax que tuve haciendo pesca submarina, ese es el problema de los autónomos, pero de momento no me quejo, la salud del negocio está bien».