El Forn Sant Elies fue fundado 1940. Damià Poquet lo traspasó en 2009 a Richard Piccone, el propietario actual. | Teresa Ayuga

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El Forn Sant Elies fue fundado en el año 1940 y es uno de los establecimientos emblemáticos de Palma. Sobre sus orígenes no hay mucha documentación y solo se sabe que tuvo un propietario apellidado Mas; después se hizo cargo Damià Poquet, que en 2009 lo traspasó a un uruguayo que ha sabido mantener a la perfección la esencia de la panadería y repostería mallorquina. Richard Piccone, el propietario actual, cuenta que los orígenes no fueron fáciles. «Los clientes se preguntaban cómo un uruguayo puede hacer ‘llonguets' o ensaimadas», señala Piccone. Sin embargo, estuvo ocho años trabajando en Can Miquel (calle Peletería) y aprendió las recetas típicas de la Isla, que sigue al pie de la letra.

Richard querían abrir una tienda pequeña y una amiga le dijo que cerraban el horno de Sant Elies y apuntó que era una pena que se perdieron las especialidades de este establecimiento. Entonces se puso en contacto con el propietario del establecimiento, que le dio las llaves para que comenzase a trabajar e incluso le entregó las recetas. «Don Damián me lo puso muy fácil», confiesa. Gracias a esto asegura que «los clientes casi no han notado el cambio». Aunque al principio hubo reticencias, con el tiempo sus clientes han podido comprobar que el pan, los cremadillos, las ensaimadas, etc. continúan siendo los de siempre. Como anécdota cuenta que un día cambió de lugar una nevera y un cliente se lo reprochó. Entonces decidió no tocar nada, para poner de manifiesto que, pese al cambio de propietario, todo sigue igual en el horno de Sant Elies. Además, destaca que es uno de los pocos hornos de Palma que siempre ha elaborado ‘llonguets'; aunque ahora están de moda y son muy demandados, no siempre ha sido así.

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Richard recuerda que al poco tiempo de coger las riendas del negocio comenzaron a abrir hornos en la calle Oms, muy próxima al horno de Sant Elies y mucho más visible; esto supuso una dura competencia que pudo superar. Cabe precisar que el horno de Sant Elies no tenía ni cartel en la puerta. Richard decidió colgar uno, pero se cayó y optó por no volver a ponerlo más. Sin embargo, esto no es un impedimento para ser uno de los establecimientos emblemáticos de Ciutat, ya que la calidad de sus productos los ha hecho merecedores de una clientela fija, que no necesita carteles que los atraigan.

Aunque sus clientes son principalmente residentes en la zona y personas que trabajan en las inmediaciones, también hay algunos turistas que pasan por allí y se sienten atraídos por el horno, que fotografían.

Este uruguayo vivió muchos años en Argentina, donde también se dedicaba a la panadería. El ‘corralito' lo obligó a marcharse y eligió Palma, que le recuerda mucho a su pequeño pueblo de la costa de Uruguay. Esto le permite tener un trato muy personal con sus clientes, que lo llaman por su nombre y hacen tertulias. «Estar toda la noche trabajando vale la pena para que los clientes se puedan llevar el pan caliente», concluye.