Alfredo Joyeros es uno de los establecimientos emblemáticos de Palma, declarados por Cort. Su inscripción data del año 1904. | Teresa Ayuga

TW
4

Alfredo Joyeros es uno de los 78 establecimientos emblemáticos de Palma, declarados por Cort. Su inscripción data del año 1904, aunque no siempre ha estado destinado a la joyería; en sus orígenes fue una carnicería y una tienda de ropa infantil.

Su actual propietario, Carlos García, cuenta que su padre, Alfredo García, era joyero en Oviedo, pero vino a hacer el servicio militar a Palma, donde se enamoró de una mallorquina y se quedó. Su padre puso en marcha Alfredo Joyeros en 1964, negocio que ha estado en diferentes puntos de Ciutat, hasta que en el año 1992 se implantó en su ubicación actual: en la calle Santa Eulàlia número 9.

Carlos continuó con el negocio que abrió su padre; una profesión a la que prácticamente le ha dedicado toda su vida. En este sentido, recuerda que con solo 15 años ya empezó a trabajar; confiesa que ahora tiene 54 años.
A lo largo de todo este tiempo ha podido comprobar como la joyería ha tenido una evolución importante. En este sentido, explica que «en la década de los 80 la joyería era más convencional, mientras que ahora reina el diseño». Sin embargo, precisa que en Alfredo Joyeros son más clásicos. «Tenemos cosas que estuvieron ayer, están hoy y estarán mañana». En su opinión, «el diseño llega a cansar».

En esta joyería destaca el mobiliario que se utiliza como taller, tanto en la planta baja como en el sótano. De este modo, es habitual ver a Carlos reparando o incluso creando joyas. Los productos que más le encargan de elaboración propia son alianzas de boda, anillos de compromiso; también realizan muchas reformas.

Noticias relacionadas

Respecto a sus clientes, destaca que «el 99 % son mujeres y si viene algún hombre compra para ellas». Además, puntualiza que la mayoría son residentes y familias que siguen la tradición de ir a esta joyería, «gente que confía en nosotros».

Pese a ser uno de los establecimientos emblemáticos de Palma no ha sido inmune a las crisis económicas. En este sentido, Carlos recuerda que la del año 1993 fue muy dura porque «parece que no se movía nada; no había ilusión». Sin embargo, la peor que él ha vivido fue la del año 1994, cuando incluso estuvo a punto de cerrar. «Estuvimos muy mal. Incluso llamé a unos anuncios para ganar dinero», confiesa.

En relación a la última crisis económica, recuerda que «tuvimos un poco de suerte» porque hizo muchas reformas, que le ayudaron a salir adelante

El propietario de Alfredo Joyeros explica que ha logrado superar todas estas crisis «haciendo muchas horas; a veces incluso me quedaba por la noche a trabajar».

Aunque ninguna crisis ha podido acabar con Alfredo Joyeros, de momento, no hay prevista otra generación que se haga cargo del negocio cuando Carlos se jubile. «No tengo hijos y me parece que este negocio morirá conmigo», declara. Esto mismo le ha ocurrido a muchas otras joyerías de Palma.