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Miquel Ensenyat se pondrá a trabajar a partir de este lunes para estructurar un equipo amplio y solvente de cara a intentar alcanzar la presidència del Govern en mayo de 2019. Esta es la diferencia fundamental con la candidatura de Josefina Santiago, que se conformaba con que Més mantuviese la vicepresidència del Govern en una posición vicaria, segundona y entreguista respecto al PSIB de Armengol. De hecho, los apoyos que ha tenido Santiago en este proceso de primarias van en la misma dirección. Antoni Noguera, que será candidato a alcalde de Palma el año que viene, apoyó a Santiago desde la convicción de que la consellera afrontaba su último y segundón cartucho político, lo cual abría a Noguera la posibilidad de ser candidato a la presidencia del Govern en 2023. Con Ensenyat al frente, Noguera no puede ni soñarlo.

Y es que Ensenyat ha roto todos los esquemas. Ha marcado objetivos, ha dejado las cosas claras, ha exhibido ideas rejuvenecedoras y ha ganado de manera incuestionable. Además, Josefina será su número dos en la próxima lista autonómica (puesto que tanto le gusta a Santiago), con lo cual conseguirá rearticular la unidad interna.

Lo más importante para Més es que ha recobrado la ilusión. En esta legislatura han estallado coyunturas muy difíciles para la organización econacionalista, sobre todo la explosión del 'escándalo' de los contratos de Jaume Garau. Entre ríos de tinta y rasgadas de vestiduras se abrieron muchos ojos y se iniciaron no pocos procesos de reflexión. ¿Quién había filtrado esos contratos? ¿Por qué hubo festival en el entorno mediático del PSOE? Nunca se sabrá con certeza quién activo la mecha, pero el asunto olía a fuego 'amigo'. Al menos beneficiaba a la artillería 'amiga'.

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Para colmo, Josefina Santiago se transformó en la hoguera interna en aquellas horas críticas: abroncó, se irritó, exigió cabezas y dimisiones...La reclamaciones de la líder de Iniciativa (partido minoritario en Més, como se ha visto en las primarias) fueron escuchadas y atendidas. Buenos y leales elementos fueron sacrificados. Pero llamó la atención aquella 'sobreactuación' de Santiago. Aquel 'derroche' de extrema honradez, aquella reencarnación de la Virgen de Fátima que 'de facto' la convertía en candidata de Més a la presidència del Govern.

La segunda sorpresa llegó calentita de las cocinas del Consolat. Desde Armengol a los cañones de la puerta, los socialistas en el poder comenzaron a volverse 'paternalistas' hacia los dirigentes de Més, derrochando complejo de superioridad e indicándoles lo que debían decir, hacer, hasta respirar...Allí dirigentes de Més se dieron cuenta de que con el asunto de Garau les habían hecho el abrazo del oso y que el PSIB se quería convertir en el gestor, la mente, los ojos, los oídos y la columna vertebral del pacto de izquierdas... con Més (y Podemos) de comparsas.

Pero en pleno abrazo del oso, alguien resistía. Desde el Consell, su president, Miquel Ensenyat, supo articular una política autónoma, ágil, imaginativa y creadora, que descolocó a los cañones del Passeig Sagrera. Intentaron hacerle el vacío, acallar sus iniciativas, tapar su capacidad de pacto con Podemos y con los socialistas insulares (los marginados de Armengol). No lo lograron. Ensenyat jugo con astucia y se presentó a las primarias dejando descolocados a sus voceros. Y las ha ganado claramente abriendo un nuevo panorama de cara a las autonómicas del 2019, donde nada está atado, ni bajo control, ni dominado, ni manipulado, ni manoseado por la obsoleta artillería del Passeig Sagrera.