Llorenç Capellà, este miércoles en Santa Eulàlia. | Pilar Pellicer

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El escritor y periodista Llorenç Capellà (Montuïri, 1946) presenta este jueves a las 19.00 horas en Ca n'Oleo su último libro: A sol post. Vida i compromís en temps de guerra i postguerra. Mallorca i Catalunya (1936-1962). La obra trata las relaciones entre la intelectualidad catalana y mallorquina, y sus derivaciones políticas, y como la Guerra Civil y la postguerra cortaron esos vínculos.

Su libro tiene como base el ‘Missatge als mallorquins' por parte de intelectuales catalanes. ¿En qué consistía ese escrito?
—En mayo de 1936, un millar de intelectuales catalanes, encabezados por el presidente de la Generalitat, Lluís Companys, emite este mensaje a los mallorquines como una declaración de hermandad para reafirmar los vínculos históricos, culturales y lingüísticos. El texto en sí no tiene una gran carga política, pero refleja un intento de establecer puentes de contacto entre lo que eran la derecha y la izquierda catalanistas con sus equivalentes mallorquines. Así, se pueden establecer unas dobles parejas catalano-mallorquinas entre Francesc Cambó y Joan Estelrich, por un lado, y Lluís Companys y Antoni Maria Sbert, por el otro.

Ese mensaje de los intelectuales catalanes tiene una respuesta casi inmediata de sus equivalentes mallorquines, la que fue llamada ‘Resposta als catalans'.
—Sí, sólo un mes después. En junio, unos 150 intelectuales mallorquines responden a ese mensaje inicial en unos términos cordiales. Pero no es ahí donde se inician las relaciones entre la Catalunya y la Mallorca modernas. Éstas empezaron a ser especialmente sólidas desde la Renaixença, en el siglo XIX, no sólo desde el punto de vista intelectual y literario. También hay una intencionalidad política. Y no podemos olvidar que, para los empresarios mallorquines, el punto de contacto con España y Europa era Barcelona.

Sin embargo, la sociedad catalana no era como la mallorquina.
—En Mallorca no había un movimiento obrero tan fuerte como en Catalunya y el empresariado de la Isla con un talante progresista se encontraba en minoría frente la influencia del maurismo y de Joan March.

El ‘Missatge' y la ‘Resposta' se producen justo antes de la Guerra Civil. ¿Sufrieron represalias los mallorquines?
—Sí, los de izquierdas, que eran mayoría. La Resposta fue aprovechada por los hermanos Llorenç y Miquel Villalonga para acusar a los firmantes de connivencia con la Catalunya roja y revolucionaria. Los firmantes de derechas no fueron represaliados, incluso ocuparon cargos en el nuevo régimen, pero sí se vieron obligados a escribir una rectificación en la que aseguraban que no tenían nada que ver con el catalanismo ni con la izquierda.

¿Cómo pervivió esa intelectualidad de derechas en la postguerra?
—Socialmente, ocuparon cargos, pero, culturalmente, vivían en las catacumbas. Con el final del franquismo y el inicio de la democracia, la Resposta fue recuperada como un símbolo de resistencia, pero los referentes de país, lengua y cultura que llegaban eran de derechas y burgueses. Por supuesto que algunos de estos referentes eran de una gran valía, pero no había referentes de izquierdas, por lo que nos llegó una idea incompleta del proyecto de país que se gestó desde la Reinaxença hasta la República, con una relación cultural y empresarial con Catalunya. Nuestra configuración como país se truncó en 1936.