Rafael Dezcallar afirma que el trabajo de diplomático es desconocido y lo califica de «intenso y fascinante». | E.E.

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Rafael Dezcallar (Palma, 1955) es licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid. Ingresó en 1983 en la Carrera Diplomática y ha estado destinado en las representaciones diplomáticas españolas en Honduras, Israel, Cuba y Rusia. En noviembre de 2002 fue designado embajador en Etiopía y en junio de 2004 pasó a ocupar el puesto de director general de Política Exterior. Entre 2008 y 2012 fue embajador en Alemania, luego estuvo en la Santa Sede (2017) y desde septiembre de 2018 es embajador en China.

¿Cómo analiza las relaciones bilaterales entre España y China?

—Las relaciones se encuentran en un momento muy bueno y gozan de madurez. La visita del presidente Xi Jinping así lo refleja. Es un momento que debemos aprovechar para ampliar y profundizar nuestros contactos en todos los terrenos.

¿Qué impacto puede tener a nivel mundial la economía china?

—El impacto es considerable y se nota en ámbitos muy diferentes. China es hoy un país fundamental en el campo comercial, económico, tecnológico y político. Al mismo tiempo, ese crecimiento tan rápido de China significa que algunas de las reglas comerciales que se le aplicaban cuando ingresó en la OMC, en un momento en que su economía representaba el 5 % del PIB mundial, deben revisarse ahora, cuando representa el 17 %. Se ha convertido en un actor diferente.

¿Qué opina sobre la generación de los ‘millennials' chinos?

—China tiene una clase media que se acerca a los 400 millones de personas. Es decir, mayor que la población de EEUU. Sus hábitos de consumo son muy distintos a los de sus padres y también su estilo de vida, sus relaciones personales, etc. La sociedad está cambiando y esos cambios no siempre son fáciles.

¿Se puede consolidar la incipiente clase media en este país asiático?

—El Gobierno chino afirma que China sigue siendo un país en vías de desarrollo, pero hay grandes diferencias entre el campo y la ciudad o entre las distintas regiones. Al mismo tiempo su economía es enorme y con sectores de tecnología punta, como la industria digital. Todo ello ha generado una clase media muy importante y en constante crecimiento, con un nivel adquisitivo alto.

¿Puede captar España el turismo chino?

—España es el segundo destino turístico del mundo. El año pasado llegaron 82 millones de turistas, de los cuales alrededor de 700.000 fueron chinos. El potencial de crecimiento es enorme. El turista chino en España suele tener un nivel cultural alto, lo que se corresponde con un nivel de gasto también alto. Para atraer a ese tipo de turismo, lo esencial es elaborar un producto de calidad y adaptado a sus necesidades.

¿Y Mallorca?

—Es evidente que Mallorca es un destino turístico de primer nivel. Lo fundamental para atraer el turismo chino a Mallorca es que se tienen que hacer bien las cosas. No tengo dudas de que existe la capacidad, el talento y la formación necesarios en este terreno. Con el apoyo de las administraciones puede ser más que factible captar este mercado turístico.

¿Es positiva la creación de las asociaciones de empresarios chinos en España, como ha sucedido en Baleares?

—Una asociación de este tipo puede ser muy útil para reunir a la comunidad de empresarios chinos, representar sus intereses ante las autoridades y relacionarse con otras asociaciones de las Islas. Es un paso más en su visibilidad y en su integración en la sociedad y en la cultura balear. Los empresarios chinos apuestan cada vez más por la calidad y eso se nota en sus empresas y en sus productos.

¿Qué puede ofrecer Mallorca al mercado turístico chino?

—Mallorca ha sabido desarrollar una oferta turística que va mucho más allá del sol y playa. La Isla no ofrece solo una naturaleza privilegiada, sino también un fascinante patrimonio cultural e histórico, algo que atrae especialmente al tipo de turista que China está enviando a España. Palma, en este sentido, es una ciudad maravillosa, pero también lo son Valldemossa, Pollença, Alcúdia o los santuarios, como es el caso de Lluc.

¿Tiene alguna opinión sobre la actual guerra comercial entre China y Estados Unidos?

—Esperemos que sea posible llegar a un acuerdo. Las disputas comerciales a lo largo de la historia nunca han sido buenas. Afortunadamente existe hoy en día un sistema multilateral que ha hecho posible el crecimiento económico y la apertura de mercados en las últimas décadas, y debemos protegerlo.

¿Cuál es la relación comercial con Mallorca?

—Las exportaciones hasta ahora se han centrado en el sector del calzado y hay otros sectores que también podrían desarrollarse, en concreto los servicios turísticos. Debemos exportar nuestro know-how y nuestra experiencia. En el futuro, la venta de conocimiento puede ser un aspecto muy importante de la actividad de las empresas turísticas en China.

¿Cómo ve y qué opinión tiene el pueblo chino de lo que representa nuestro país?

—China ve a España como un país importante de Europa, con el que tradicionalmente ha mantenido buenas relaciones políticas. La imagen de nuestro país en China es muy positiva.

¿Alguna opinión sobre las tensiones entre Irán y Estados Unidos?

—Esperemos que también en este caso las tensiones puedan controlarse. Tenemos ejemplos recientes de intervenciones militares en la región que no solo no solucionaron los problemas, sino que crearon otros nuevos mucho más complejos.