El doctor en Economía Santiago Niño-Becerra presentará su último libro el próximo miércoles en Palma. | Antonio Peteira

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Santiago Niño-Becerra (Barcelona,1951) es doctor en Economía y autor de varios libros sobre la materia. El próximo miércoles estará en Palma para presentar su último libro El crash Tercera Fase, en un acto organizado por el Cercle d'Economia de Mallorca.

¿Cómo afectará esta tercera fase de la crisis a Baleares, que ha crecido más que el resto de España?
—La crisis es sistémica y global, pero es cierto que no ha afectado a todos los países por igual y dentro de cada país también hay diferencias. En el caso de Baleares, su economía es muy atípica porque el 85 % de su PIB lo genera la actividad turística, y esto es muy peligroso.

¿Por qué?
—Porque la mayoría del turismo que recibe Baleares tiene un nivel de gasto medio diario medio-bajo. En esta tercera fase bajarán las rentas y bajará el turismo en términos generales, sobre todo aquel cuyo gasto es medio-bajo, caso de las Islas. Lo mismo ocurrirá con el ‘Brexit', que afectará a Baleares si se reduce la renta de los británicos.

¿Qué consecuencias tendrá?
—Las economías con una productividad muy elevada, como Suiza o Holanda, resistirán mejor. En cualquier caso, tras esta tercera fase la clase media se acortará mucho y prácticamente solo quedará la media-alta. De ahí, su importancia para una economía muy centrada en el turismo. España no puede competir a nivel de precios y lo debe hacer en calidad y servicios, pero ello requiere una gran inversión y una apuesta por el conocimiento y el capital humano.

Usted asegura que la tecnología será uno de los ejes de esta tercera fase y que la flexibilización del empleo será una constante... ¿Qué pasa, entonces, con economías como la balear con una mano de obra muy intensiva?
—Es que España, no solo Baleares, lleva un camino equivocado. Ha aumentado su competitividad en base a precarizar el empleo y bajar salarios. Esta fórmula tiene un recorrido determinado y cuando se acabe tendrá un problema para mejorar su competitividad. Las nuevas tendencias se basan en aumentar la productividad con grandes inversiones y capital humano. Hay que poner dinero encima de la mesa y por eso es tan importante el turismo de calidad.

Usted augura que el nuevo modelo aumentará la desigualdad
—Cada vez va a más y el capital tiende a concentrarse donde ya hay capital. Por contra, la parte de abajo y los trabajadores poco formados, que serán menos necesarios, se irán empobreciendo. Por eso la renta básica será tan importante.

¿Estamos ante el fin del capitalismo?
—Comenzó oficialmente en el año 1820 y el que conocemos a día de hoy poco se parece al de entonces. Ha habido muchas crisis y ahora estamos ante un cambio de modelo, el que estuvo vigente desde el fin de la II Guerra Mundial hasta 2007. Aún así, al capitalismo aún le queda recorrido y algunos de sus principios permanecerán, como son la propiedad privada y el trabajo asalariado. Sin embargo, sí que habrá cambios que ya estamos viendo como el pagar para tener acceso al uso de determinados servicios, la acumulación ya no tiene sentido y se potencia el reciclaje porque no se pueden malgastar unos recursos que son finitos. En el año 2040 se habrán resuelto estos problemas y el capitalismo seguirá, aunque se acabará porque todos los sistemas han muerto. Según una regla de tres, podría ser entre el 2060 y el 2070, pero no será el fin del mundo.

¿Cuál es la principal característica de esta tercera fase?
—La he bautizado como ‘el despertar', después de la segunda que denominé la de las anfetaminas, y se puede dividir en dos subfases ya que en primer término llegará a entidades y a empresas y, después, al ciudadano de la calle. Lo que pasará es que se darán cuenta de cómo están las cosas. Esta segunda subfase se desarrollará entre 2021 y 2024, cuando aumentará mucho el empleo a tiempo parcial y bajará el indefinido. Entonces se tendrá que implementar la renta básica para complementar la renta media, que se reducirá.

¿Entonces se subirán los impuestos a los más ricos?
—No creo que el futuro pase por aumentar la presión fiscal sino que tendemos hacia un modelo más parecido al del siglo XIX. Es decir, como la concentración de empresas va a más, sus empleados estarán prácticamente atendidos por estas empresas. No solo pagarán el sueldo a sus trabajadores sino que darán otras prestaciones como seguro médico, vivienda... y también contribuirán a pagar la renta básica al resto de ciudadanos para garantizar la paz social. Vamos hacia un modelo en que los estados tendrán menos poder y lo ganarán estas grandes corporaciones y los municipios, quienes actuarán de comunicadores entre los estados, las corporaciones y los órganos regulatorios.

¿Qué supone para la economía española la nueva convocatoria de elecciones generales?
—La verdad es que soy el primer sorprendido ya que hasta el último momento pensé que se alcanzaría un pacto porque Bruselas no permitiría a España estar sin Gobierno tres meses más. A nivel económico no es bueno y el 2020 será terrible porque Bruselas no tendrá miramientos en sus exigencias para cumplir con los objetivos de déficit.