Álvaro Gijón, durante la entrevista de este jueves en Ultima Hora. | Jaume Morey

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Ha sido, junto a José María Rodríguez, objetivo prioritario del juez Penalva, el fiscal Subirán y el Grupo de Blanqueo del ‘caso Cursach' y ‘caso ORA', ya archivado. Su caída se convirtió en una obsesión para los investigadores, que llegaron a detener a sus ancianos padres y a su hermano, además de difundir todo tipo de detalles sexuales y personales falsos sobre él. El expolítico del PP Álvaro Gijón (Granada, 1973) rompe su silencio en una entrevista con Ultima Hora y llega a una tremenda reflexión: «Pensé que era caza mayor para Penalva. Que quería ponerme junto a sus fotos de animales cazados que tenía en su despacho de los juzgados».

De usted han dicho auténticas barbaridades. Ahora que se demuestra que todo era mentira: ¿Le han pedido perdón?
—Nadie. Ni lo espero. La política saca la parte más sucia de las personas. También debo decir que en mi partido y fuera de él también he tenido muchos apoyos. Lo más doloroso ha sido lo que le hicieron a mi familia, solo para hacerme daño a mí.

¿Cómo vivió la detención de sus padres y hermano?
—Yo tenía sesión parlamentaria. Curiosamente siempre se filtraban cosas muy duras mías a un medio para que las publicaran los martes, cuando iba al Parlament. Esa mañana, a las ocho, estaba en la ducha y me llamó mi madre: «Estoy detenida», me dijo. Ella tenía 70 años. Me quedé en shock. Mi hija de 10 años se quedaba con ella, porque era después de las vacaciones, y un primo mío tuvo que hacerse cargo de ella. Fui al Parlament decidido a hacer declaraciones, ya no podía más, pero al final me retiré con mi abogado para ver qué podíamos hacer.

Luego dijeron que habían encontrado en la casa de sus padres 500.000 euros, lo que era mentira.
—Pensé: No puede ser, si mi padre ha quebrado. En mi paranoia llegué a creer: como ese dinero es imposible que sea nuestro, lo ha puesto allí la policía. Luego rectificaron y lo desmintieron.

¿Pensó en dimitir?
—Ése fue mi momento más débil. También detuvieron a mi padre y a mi hermano Teo. No aguantaba más y pensé en dimitir. ¿Sabe por qué no lo hice? Por un mensaje que recibí de mis padres: «No dimitas bajo ningún concepto».

¿Es consciente de que si no hubiera estado aforado habría acabado entre rejas?
—No tengo ninguna duda. Las cosas, en ese momento, se hacían así.

¿Qué pensó cuando 'Ultima Hora' destapó los WhatsApps de juez, fiscal y Blanqueo en los que se regodeaban de humillar a su familia?
—Eso define a los personajes que eran. Lo que diría es que son malas personas. Objetivamente no tenían nada contra mí, así que no había necesidad de ir contra mi familia. Sólo querían hacer daño, no buscar pruebas. Tenían inquina personal contra mí, para ellos me convertí en un tema personal.

¿Era caza mayor?
—Pues mire, el primer día que fui al despacho del juez Penalva en los juzgados de Palma y vi todas aquellas fotos de animales cazados en sus paredes pensé: «Ha salido de caza mayor y en lugar de un guepardo quiere poner una foto mía en esa pared». He sentido la mayor indefensión que se puede sentir.

Cuando se aireaban mentiras como que usted consumía droga en orgías e iba con prostitutas llegaron a insultarlo.
—Es así. Iba de camino al colegio con mi hija y me insultaron. Yo he tenido que contarle a mi hija de diez años que yo no me drogaba ni iba con esas mujeres que decían. No se imagina lo duro que es eso para un padre.

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También tuvo que afectarle a nivel de pareja.
—Por supuesto. Con Sandra, que ha sido diputada en el Parlament, he tenido la suerte de que siempre creyó en mí. Nunca dudó. Un medio publicaba animaladas de mí, amparados en la investigación judicial, pero se pasaron tanto con las mentiras que las cosas no cuadraban. No solo lo de cocaína y prostitutas, sino también que estaba tres días sin ir a trabajar. Esas cosas, afortunadamente, se pueden comprobar. Mis amigos me defendían, pero algunos, ya cansados, preferían no decir que me conocían.

Lo que se llegó a inventar la madame de usted es de película.
—Pero se lo compraban, porque interesaba ir a por mí. Todos sabían que era una mentirosa compulsiva, sobre todo después de que Ultima Hora desvelara sus mentiras, pero aún así la seguían creyendo.

Ha sido muy crítico con el papel de la prensa en el ‘caso Cursach' y ‘caso ORA'.
—No con toda. He tenido la gran suerte de que vosotros, con riesgo personal, tomasteis la decisión de no creer todas esas barbaridades. Hicisteis lo que tiene que hacer un periodista de verdad: investigar y no creerse todo lo que le dicen. Aunque sea de un juzgado. El papel de Ultima Hora para saber la verdad ha sido clave. Y después destacaría la investigación de ‘Los Juanes', los policías que están demostrando todas las mentiras del caso.

¿Han fallado todos los controles?
—Todos. Los policiales, judiciales, de Fiscalía y de prensa. Hay un límite, y se ha sobrepasado. Había mecanismos policiales y judiciales para detectarlo, pero no se pusieron en marcha.

¿Qué llevó a Penalva, Subirán y Blanqueo a cometer el mayor desastre judicial?
—Creo que cruzaron los papeles entre ellos. Los de Blanqueo no estaban preparados y se creyeron por encima de la Ley. El juez y el fiscal tenían un afán de protagonismo absoluto. Querían ser el nuevo juez Castro y el fiscal Horrach. Se definían como ‘Los Intocables'. Esto lo dice todo.

¿Sigue siendo amigo de José María Rodríguez?
—Claro. Comemos juntos una vez al mes. Lo ha pasado muy mal. También han dicho barbaridades de él. Pero yo era joven y él no tanto. Ahora ya no hablamos de política. No hay ganas.

¿Cerrarán en falso el ‘caso Cursach' para contentar a todos?
—Sería un grave error. Los jueces y fiscales no pueden permitir que se tape como si no pasara nada. Ha habido detenciones ilegales, mentiras que han roto matrimonios, que han causado depresiones. Son demasiadas cosas.

Padres de Álvaro Gijón
Los padres de Álvaro Gijón, tras ser detenidos por agentes de Blanqueo.

«He vivido un auténtico infierno»
Durante la entrevista concedida este jueves a este diario, Álvaro Gijón insistió en el calvario personal y profesional que ha pasado estos últimos años: «He vivido un auténtico infierno».

El exdiputado trabaja ahora en una consultoría de empresas: «Y tampoco ha sido fácil, porque cuando ponen mi nombre en internet salen las barbaridades que salen». Y no se plantea volver a la política: «Me fui desencantadísimo».