Una de las medidas más eficaces de prevención es el lavado de manos.

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«Es cierto que queda extraño pedir tranquilidad porque las medidas de contención del COVID-19 son espectaculares y alarmistas, mostrando trajes especiales para que no se disemine, sin embargo la enfermedad en sí no es grave», explica el médico experto en enfermedades infecciones, Javier Arranz.

¿Y por qué contenerlo y no dejar que corra como la gripe? Precisamente porque la idea es que la enfermedad no se generalice. «Explicar esto es difícil», añade el doctor Arranz, porque una cosa es pensar a nivel individual «pues me infecto y tengo una enfermedad leve», y otra en la global. «Hay que controlarlo para que no llegue a grupos concretos de personas», como sería la población más envejecida o con otras patologías de base, pero también a países que no tienen un sistema sanitario tan desarrollado como el español. «Si llega a determinados países las consecuencias pueden ser graves para esa población en concreto», advierte la directora general de Salut, Maria Antònia Font. Así pues, se intenta que no llegue a sitios con un sistema sanitario precario.

La situación actual es el paso intermedio en el que o bien se logrará contener la epidemia o puede fracasar, en cualquier caso «no podemos tirar la toalla», añade el doctor Arranz quien para combatir la alarma confía en explicar la situación y en «eliminar el componente de epidemia de película».

En España, las diferentes comunidades autónomas están en contacto con el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad (CCAES) que a su vez mantiene reuniones diarias y contactos permanentes con los organismos internacionales (Organización Mundial de la Salud, Centro de Control de Enfermedades Europeo y Comisión Europea) para evaluar los riesgos y coordinar la respuesta.

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Respecto a China, a día de hoy, «disminuyen los casos así que algo bueno ha hecho», el problema es que a su vez, aparecen brotes en otros sitios.

Las autoridades sanitarias recuerdan que el cuadro de la enfermedad es leve en un 80 % de los casos, la pega es que «estamos frente a un virus nuevo del que cada día sabemos algo más», explica Javier Arranz. «Lo que conocemos hoy no lo sabíamos hace un mes cuando conteníamos una nueva enfermedad». La intención de la OMS es intentar retardar la pandemia hasta que haya un vacuna aunque de momento «ni siquiera sabemos si la tendremos».

A los enfermos graves se les están aplicando tratamientos de lo más variados, los que parecen más efectivos son desde antivirales a medicación para la malaria. Un 15 % de los casos se manifiestan modernamente graves y sólo un porcentaje pequeño acaba en muerte.

La letalidad y el contagio son similares

Comparar las cifras de la gripe con la COVID-19 no es fácil. Hay que tener en cuenta que el porcentaje de mortalidad del coronavirus se extrae del total de afectados que hay (actualmente es de menos de un 4 % en China y de cerca del 1 % en otros países). En el caso de la gripe se hacen estimaciones porque se desconoce el número total de enfermos. «La mortalidad por COVID-19 se da en pacientes extremadamente graves y en este rango las cifras son similares», dice el doctor Arranz. En la última temporada de gripe hubo 59 casos graves en Son Espases, 5 fallecieron, un 8,5 %.