El Carnaval de Venecia se suspendió el 23 de febrero. Desde su creación, en el año 1020, nunca se había cancelado la tradicional fiesta. Ni siquiera la detuvo la peste de 1300. «A partir de la cancelación del carnaval empezó todo. A mí me parecía súper exagerado», recuerda Miranda, que cada vez veía las calles más vacías. «Lo que menos había eran chinos con mascarillas», dice.
Vuelos
Italia cerró las fronteras y la joven pensó que era el momento de huir junto a su compañera de piso. Era hora de regresar a casa. Buscaron vuelos a España y no encontraron nada a un precio asequible. «Vimos uno por 200 euros y pico a Valencia, pero tardamos dos minutos en decidirnos y ya no estaba».
Las chicas optaron por hacer escala en Alemania. El martes pasado, a las 14.00 horas, compraron un billete para viajar a Berlín, pero aún así continuaron buscando vuelos a España. Tenían un pálpito. «Vimos que había dos asientos libres en un vuelo de Ryanair a Madrid por 350 euros. Normalmente nos cuesta 50, pero lo cogimos», cuenta. Eran las 18.00h. Miranda hizo la maleta casi sin mirar. «Me he traído, literalmente, tres pantalones y dos camisetas». No había tiempo para entretenerse y un taxi las llevó al aeropuerto. Las puertas de embarque cerraban a las 20.10. La joven iba sin documentación y con el pasaporte caducado, pero en el aeropuerto de Roma ni se la pidieron. «Me daba mucho miedo que no me dejaran volar. La segunda semana de mi Erasmus me robaron la cartera y solo tenía una fotocopia de la denuncia. El aeropuerto estaba hasta los topes y no nos hicieron ningún tipo de prueba».
Sin síntomas
Miranda llamó a una amiga que reside en Madrid para que le acogiera esa noche en su casa. A continuación, telefoneó a su padre para decirle que regresaba a casa. Sus padres no sabían que volvía tan pronto. El jueves llegó a Mallorca y contactó con el 061 para explicar que había estado de Erasmus en Italia, en plena expansión del virus, y luego en Madrid. «Me dijeron que hiciera vida normal si no tenía síntomas».
La estudiante siente que está en el exilio ahora que ha llegado a Mallorca. «Creo que no voy a vivir ninguna experiencia tan surrealista y tan al límite como esta», comenta Miranda. «Lo tenemos todo en Roma. No sé dónde voy a acabar mi curso. Todas mis cosas las he dejado allí. Mi intención es volver, pero no sé cuándo ni cómo». Desde la Universitat de les Illes Balears les informan de que todo es impredecible. «Estoy en el limbo».
El periplo de Miranda García, como estudiante en Italia, ha durado poco: 24 días. «A lo largo de mi Erasmus me han llegado señales de que algo no iba bien: primero me robaron el DNI, después la cartera y en la universidad no nos aceptaron hasta el 5 de marzo cuando ya había llegado el coronavirus».