La Semana Santa de 2020 será siempre recordada como la Semana Santa del coronavirus.
Las panaderías y pastelerías tradicionales sirven a domicilio panades, robiols y crespells, las calles se muestran extrañamente tranquilas y silenciosas, y las procesiones brillan por su ausencia, como consecuencia del estado de alarma decretado ante la crisis sanitaria derivada de la COVID-19.
Este año, los coches no rechinarán por la cera caída de los cirios tras el paso de los narazenos. Este Jueves Santo ha sido raro. La gente ha salido puntual a su balcón para homenajear con sus aplausos a los sanitarios, no para contemplar el desfile de pasos en procesión. Los tambores no se han dejado oír.
El Crist de la Sang no ha salido. Habrá que esperar a 2021.
3 comentarios
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@Filopator: estoy de acuerdo. Y lo más triste es que ni un minuto de silencio por los más de 15.000 muertos. @ Kill Bill: lo terrorífic va ser una manifestació promoguda pel govern dia 8 de març de 2020, data que no hem d'oblidar mai, tenent tota la informació disponible, ocultant-la sense impedir altres concentracions de gent. No sé a quina época te transporta això... Tal vegada a la del que va dir que un mort és un tragèdia i un millió és una estadística?
Es asombroso observar los aplausos de las 19,58 h. de toda España, dicen que para los sanitarios, y que la gente no entienda que está aplaudiendo sin darse cuenta la labor de este nefasto gobierno. Y cuando esta peste roja acabe se pondrán las medallas diciendo que ha sido gracias a ellos.
Alguns efectes colaterals del covid-19 són positius, es regenera la mar i el seu ecosistema, baixa la contaminació de l'aire i limitam l'efecte hivernacle, es desenmascaren polítics bocamolls com Pedro i Pablo, o com ara que ens estalvien manifestacions ultra confessionals que embruten els carrers de cera, renous i ens fan viure una terrorífica Edat Mitjana, la mare dels genocidis.