Bunyolina de nacimiento, criada en Binissalem y «ciudadana» del mundo desde que a los dieciocho años decidió hacer las maletas y poner rumbo a Bélgica, Laura Crespí Van Assche (8 de abril, 1995) afronta un nuevo reto en el Universo Google.
La pandemia del coronavirus ha retrasado oficialmente su incorporación, pero esta mallorquina de 25 años recién cumplidos trabaja ya desde su domicilio temporal en Binissalem para Google Irlanda, la sede europea de la compañía creada en Silicon Valley hace apenas dos décadas, y donde tiene previsto trasladarse cuando la situación mundial se normalice como gerente de cuentas.
«Para mí es un privilegio trabajar para una compañía como Google. Siempre me ha llamado la atención y al final he podido conseguirlo», apunta Laura Crespí, que tuvo que superar un proceso de selección duro con varias entrevistas y la última de ellas en la misma sede de la compañía en Dublín. «Sí, estuve allí un día y aunque no me dio tiempo de ver demasiado, ya pude percibir ese ambiente y esa filosofía Google de la que todo el mundo habla», subraya.
Ciudadana del mundo
Pero antes de desembarcar en este proyecto, esta mallorquina de padre pollencí y madre belga, inquieta y políglota (habla español, catalán, inglés, neerlandés y algo de francés) ya había recorrido mundo: «A los 18 años me fui sola a estudiar en la Universidad de Amberes. Posteriormente estuve de Erasmus en Chile durante seis meses, hice prácticas en una empresa de Turismo en Madrid y un Máster en la Universidad de Lund, en Suecia, donde trabajé como coordinadora de eventos. Después entré como gestora de cuentas en American Express, en Madrid, durante un año y ocho meses».
Muy preparada
No fue fácil ingresar en la empresa. El proceso de selección es duro, aunque para Laura Crespí la clave es «prepararse mucho». De las entrevistas recuerda que no se centraron en sus conocimientos específicos, sino en su capacidad resolutiva. Las entrevistas fueron en inglés y en neerlandés, que es el idioma en el que trabajará en Google Irlanda. «Ellos valoran mucho la creatividad y la innovación de sus empleados».
Todavía no conoce en profundidad las interioridades, pero el día que estuvo en la central de Dublín ya pudo respirar la atmóstera «amigable y flexible» que se respira en una empresa que tiene una forma muy peculiar de tratar a sus trabajadores.
Un centro especial
Google comenzó en un garaje, pero ahora sus empleados trabajan en algunas de las oficinas más inusuales de todo el sector de la tecnología. Y la oficina central de Dublín, la sede en Europa, no es una excepción. Destacan las selvas que decoran el sitio, por lo que puede que este sea el centro más parecido a un parque para toda la familia.
Además de las famosas instalaciones con salas provistas de hamacas para el descanso, futbolines y comida gratuita en cualquier momento del día, en Google se pueden realizar estancias de tres meses en cualquiera de sus 70 sedes internacionales en 40 países, o pedir el traslado.
Pero en Google no se entra enviando el currículum y llamando insistentemente a sus oficinas. Solo se puede optar a las vacantes que oferta el gigante tecnológico en la web Google Careers, en la que se pueden hacer búsquedas personalizadas y afinar filtrando por ciudad o departamento.
3 comentarios
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El que diu Marta és cert, per una part tot el mèrit a na Laura, per haver arribat tan lluny. Ara bé, l'economia de la teva família també hi fa molt (per no dir tot) i una persona que té dificultats econòmiques a casa i no pot adquirir tanta experiència viatjant pel món ja té menys possibilitats d'entrar a aquests llocs... En definitiva, el mateix de sempre extrapolable en moltíssims àmbits més, qui té diners comanda; famílies privilegiades. Els que no, a conformar-se amb el que es pot. Així és el trist sistema educatiu i món laboral que des de sempre ha estat així d'elitista i és difícil de canviar-lo a hores d'ara.
Qué fácil es para algunos “llegar a lo más alto”, cuando tus padres se pueden permitir pagarte unos estudios, enviarte de erasmus a la otra punta del mundo o mantenerte mientras no trabajas. Otros hemos tenido que pagar la matrícula de la universidad trabajando los fines de semana o por las noches en bares o restaurantes por 3€/h. Obviamente olvídate de un máster o hacer un erasmus, inviable poder pagarlo. No dudo de la inteligencia de esta chica, pero también creo que si ha llegado hasta ahí, es porque viene de una familia medio-bien, como poco.
Enhorabuena