En Santina el aforo se ha reducido a la mitad por decreto y goza de amplias terrazas sobre el párking. | T.AYUGA/G.MARCHENA/J.MOREY

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Tras la prueba piloto de hace dos semanas con las terrazas, llega la fase 2: bares y restaurantes abren su interior a los clientes con la mitad de aforo, tras desplegar, los más afortunados, sus terrazas en plazas de párking. Una pseudonormalidad que este lunes empezaron a encarar los negocios de la hostelería con desigual fortuna, desde los que ya estaban funcionando, los que se preparaban para para esta semana y los que aún tenían cerrado. Por desgracia, también había algún negocio que aprovechaba para recoger el local y cerrar para siempre.

La de este lunes fue una reapertura dividida entre la ilusión y la incertidumbre, con cierto sentimiento amargo, pero contentos de reencontrarse con clientes con ganas de volver a sus rutinas como el doctor Carlos Vicente, un endocrino que ejerció en Nueva York y ahora estrena jubilación en Santa Catalina. Allí está como un clavo en el bar Isleño, que acaba de abrir sus puertas. Belén Trujillo y Marina Calvo, madre e hija, abrieron ayer tras dos meses y medio cerrados. «Teníamos muchas ganas de abrir, pero hemos estado llamando a la policía para saber hasta cuándo podíamos tener la terraza abierta y nos han dicho diez cosas diferentes».

Aforo

De los llonguets del Isleño, al cambio de carta, un poco más reducida para la reapertura, del Hotel Hostal Cuba, que ayer abrió y ya tenía comensales en su interior. Y en su terraza, claro: la gran triunfadora de la primera fase. El jueves será el turno de su skybar, aunque «no habrá buffet de desayuno», pero se mantienen sus huevos benedictine.

En las inmediaciones del mercado de Santa Catalina, el interior de Santina gozaba de un lleno absoluto según las nuevas medidas de aforo dictaminadas por el BOE: la mitad de la ‘antigua normalidad'. El holandés Vincent Solleveld se enorgullece de su nueva terraza sobre una tarima desplegada en aparcamientos de coche. «Aquí en Mallorca se ha hecho muy bien el control del coronavirus», dice con optimismo el empresario.

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En la calle Fábrica, Bottega de Michele abría su interior, en la que solo podían ocuparse la mitad de sus mesas, «ya tenemos mesas reservadas aquí», decía Marcela Moreno, su propietaria, mientras atendía una concurrida terraza. Y el restaurante Sa Ronda, en Avinguda Argentina, recibía el lunes con la persiana cerrada, después de una intensa jornada de limpieza y desinfección, mientras llegaban los pedidos de los proveedores. «Menos mal que abrimos la terraza del párking», decía Germán Cano, que con esa expansión ha podido echar cuentas y seguir abierto.

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En La Molienda llevaban días con la terraza abierta pero por fin sus mesas interiores se llenaban de clientes en busca de tostadas con aguacate y rolls de canela. Y todo esto con otra Molienda recién inaugurada en Arxiduc y sin terraza. «Acababámos de arrancar y sin un crédito no habríamos podido seguir», dicen Toni Emazabel y Miguel Calventec.

Muy cerca de la plaza del Obelisco, el bar Venecia volvía a abrir sus puertas, mientras que en Santa Maria del Sepulcre, el café Baró presumía del tumbet de los lunes. Muy cerca de allí, un local recogía sus enseres para siempre. En la plaza Patines, El Barito cambiaba su color negro por un rojo rabioso y una nueva carta adaptada a una clienta vespertina. Eso sí, no tenía derecho a terraza en el párking porque se halla en una plaza, según un escrito de Cort. «Entonces no abro hasta el mes que viene», decía su dueño. En el Passseig Mallorca, Colmado Hispania se preparaba para reabrir. Por fin. Se había inaugurado el 6 de marzo, una semana antes del estado de alarma.

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El 75% del sector, aún cerrado, según PIMEM

La asociación PIMEM Restaruación señaló este lunes en un comunicado que «aproximadamente el 75 por ciento de los negocios continúan aún cerrados».

Si en la fase 1 «abrió 15 por ciento de empresas, sobre todo las que tenían terrazas, en esta fase abre ya el 25 por ciento». «La incertidumbre, la cautela y la falta de liquidez» explican que «la mayoría del sector no haya levantado aún la persiana», por lo que piden ayuda a la Administración.