A veces hay historias que permanecen ocultas y necesitan de un giro del destino para ver la luz. Es el caso de la Rogelio Fernández Aguiló, bisabuelo del periodista Antoni J. Escanellas. El 19 de julio de 1936, este encargado de una fábrica de zapatos y delegado sindical de UGT fue detenido y encarcelado por el bando nacional. Según una versión de los hechos, Fernández habría sido acusado por un compañero de trabajo que ansiaba su puesto. Rogelio pasó por las cárceles de Can Mir y Jaume I, así como por los campos de concentración de s'Àguila y Son Granada. Tenía 51 años y ocho hijos. Su bisnieto no conocía su historia hasta que, poco antes de la cuarentena, encontró en su casa una caja con unas 30 postales en las que su bisabuelo relataba su cautiverio durante la Guerra Civil.
Un cautiverio contado en postales
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6 comentarios
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Ruego acepten la opinión de un antepasado, 3 años de servicio militar y 3 más en el desaguisado del 36, que me dirigió a no comprometerme por ningún bando. El dictador por su paso por Baleares ya dejo preparado para que las Baleares se durmieran republicanas y amanecieran rebeldes sin violencia, lo que motivó que los bombardeos fueron de aviones de la república. Me dijo que muchos de las denuncias que produjeron detenidos, encarcelados, juzgados, etc., fueron por envidias, amores no correspondidos, deudas, etc. y que una minoría lo fueron por motivos políticos. No hay que olvidar las represiones motivadas por el desembarco de Bayo, rechazado por la ayuda de los aviones italianos y que se incrementaran las ejecuciones.
Las columnas de Bayo ejecutaron a centenares de personas en las masacres de Maó-La Mola y de Eivissa-Castell, sin dejarles, por supuesto, el tiempo de escribir postales. También son "memoria histórica", como yo la concibo. ¿Han de considerarse víctimas o represaliados a dichos milicianos?
Lo que me encanta de todo esto, es la repentina e imperiosa necesidad de muchos que, de repente, sienten una pena tremenda por lo que les pudo pasar a sus bisabuelos en una guerra que acabó hace 90 años, cuando la mayoría no saben ni el segundo apellido de los difuntos. O no tienen narices de ir de vez en cuando al cementerio a visitar a sus padres muertos hace dos años. Es curiosísimo.
¡Muy bien! El mero hecho de rememorar a un antepasado suyo, represaliado por el mero hecho de tener una opinión o idea política distinta de la de los del bando sublevado, es, para mí, un acto de reivindicación de la DIGNIDAD de aquella persona. No como algunos, me refiero al que hizo un comentario bajo el seudónimo "Quina caló".
Una pregunta previa y fundamental: ¿cuál es la duración precisa del cautiverio, así como los lugares?
Poques feines ...