Estos dos enfoques contrapuestos se vienen manifestando desde el primer día pero las políticas públicas se inclinaron mayoritariamente por la primera opción, salvo en el caso de Suecia que dejó que el virus circulara. Hoy, sin embargo, las cosas están reequilibrándose porque muchos países ya no soportan más lo que están viviendo: ahí tienen París, de nuevo prácticamente aislada; Madrid, otra vez con el virus descontrolado; Bélgica y Gran Bretaña a punto de paralizarse nuevamente, etcétera. En Irlanda las cosas son especialmente graves porque tras meses de aislamiento continuado, el virus sigue expandiéndose poniendo en duda la efectividad de su cuarentena.
La semana pasada, dos mil científicos médicos especialistas en salud pública y otros dos mil doscientos médicos firmaron la Gran Declaración de Barrington (por la ciudad de Massachussets en la que la escribieron) pidiendo que se acabe con el actual modelo de tratamiento del coronavirus y que, en su lugar, se enfoque sobre todo a los vulnerables dejando que el resto de la población, que tiene riesgos mínimos, pueda retornar a la vida normal. Según estos especialistas, que incluyen eminencias de diversas universidades, el confinamiento y el distanciamiento social están causando graves «impactos dañinos en la salud física y mental» de la población.
El escrito solicita que los políticos acepten al coronavirus como una realidad con la que habrá que convivir, sin que ello, como se está viendo, suponga problemas graves para la gran mayoría de la población, excepto para los colectivos vulnerables sobre los que debería concentrarse la atención médica. «A los que no son vulnerables –dice el escrito– se les debería permitir inmediatamente reanudar la vida con normalidad. […] Mantener estas medidas [de bloqueo] en su lugar hasta que haya una vacuna disponible causará daños irreparables, y los menos privilegiados sufrirán un daño desproporcionado».
El escrito inicial proviene de tres prestigiosos académicos: Sunetra Gupta, profesora de la universidad de Oxford, Martin Kulldorff de la Universidad de Harvard y Jay Bhattacharya de la Universidad de Stanford.
Sin embargo, esta posición cuenta con oposición. El British Medical Journal publica también un escrito de Trisha Greenhalgh, directora de los estudios de atención primaria de la Universidad de Oxford y otros veintidós científicos, en el que defiende el método actual de lucha contra el virus. Aduce que, si bien es verdad que la letalidad del virus varía sustancialmente entre diversos grupos sociales, en todos ellos ha habido casos de fallecimientos. El escrito, también firmado por el anterior médico jefe de Escocia y por Martin McKee, profesor de Salud Pública de la London School of Hygiene and Tropical Medicine, considera que separar en un grupo a los vulnerables de los no vulnerables es tarea prácticamente imposible, por lo que esta idea está condenada al fracaso.
Lo que les faltaba a los políticos, siempre vacilantes y dubitativos: una guerra entre científicos para determinar qué hacer ante esta epidemia es exactamente lo peor que podía ocurrir en pleno recrudecimiento de la enfermedad, a las puertas del invierno.
En las próximas semanas sabremos qué gobiernos se alinean con qué científicos. Yo creo que, por razones económicas y psicológicas, incluso diría que de sentido común, terminaremos conviviendo con el virus y dedicando los recursos públicos a los vulnerables. Pero quién soy yo al lado de eminencias como estas que, como ven, tampoco lo tienen claro.
3 comentarios
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Pues, desde el principio dijo lo mismo. No hubo en ningún momento una discusión abierto sobre la validez y proporcionalidad de las medidas. Al contrario, qualquier opinión contrario a la versión mantenido por los politicos y medios de communicación, por muy valido y competente su narrador, fue silenciado, ridiculizado, atacado y hasta criminalizado. Pues ahora el daño irreversible hecho a la economía ha llegado a proporciones inimaginables y los muertos a causa de las medidas serán muy superior a los que el virus es capaz de causar. Solo en el Reino Unido se estiman que unos 75000 personas morirán por no haber sido tratado o su enfermedad no había sido diagnosticado por los servicios sanitarios. Esto aparte de los muchos suicidios de lo que no se oyen hablar. 1.5 mil millones de habitantes en este mundo han perdido su fuente de ingresos. Esta ya fueron personas que trabajaban de día a día para poder subsistir precariamente. El hambre y la desesperación sera tremendo.
El actual modelo de tratamiento del coronavirus está siendo selectivo ya, nada que ver con el confinamiento que sí funcionó y cuyos sacrificios no han servido para mucho, precisamente por querer ser tan selectivos, y ahora se insiste en seguir siendo selectivos con un plan imposible de que salga bien, porque vamos mal y estamos siendo selectivos! ...se desmontan ellos solos!! La letalidad del virus varía sustancialmente entre diferentes grupos sociales, ser vulnerable a sufrir una covid severa, mortal o con graves secuelas es todavía una incógnita. Los Chinos hacen 9 millones de test por 12 contagiados tras casi dos meses sin casos de contagio, nada selectivos. Se podría decir que su población es la que menos ha sufrido esos daños irreparables o tan dañinos para la salud física y mental, o que su economía ya ha superado con creces a toda la UE. No se me ocurre mayor tortura para la población y la economía, que son la misma cosa, que gráficas "en sierra" casi hasta el 2022
El caso es que proporcionalmente mueren más jubilados, con lo que se trata de seguir mareando la perdiz a fin de que se equilibren las pensiones. Hay que tener en cuenta que cuando un pensionista muere hay herencias de por medio. Entre lo que se deja de gastar en pensiones y lo que se recauda en impuestos de transmisiones, se equilibrarán las cuentas del estado. No son tontos no...