Josep de Luis, en el despacho que como letrado tiene en el centro de Inca. | M. À. Cañellas

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Josep de Luis (Inca, 1971) ejerce como abogado desde hace casi 20 años. Ha defendido a los chicos de El Coso que fueron encausados después de los incidentes que se produjeron en las fiestas de Sant Agustí de 2011 o a los chavales que también se procesó a raíz de la visita de José Ramón Bauzá a Bunyola, entre otros activistas políticos. Desde 2018 es el presidente de la Obra Cultural Balear.

Primero quería preguntarle por la OCB. ¿Cómo ha pasado el estado de alarma y el confinamiento?

—A nosotros nos gusta el contacto con la gente y la presencia en la calle. Y claro, como el resto del mundo de la cultura lo hemos vivido con dificultad. Pero nos hemos reinventado digitalizándonos: ahora hacemos actividades virtuales. Asimismo, durante el confinamiento nos implicamos para ayudar a la gente que no podía desplazarse, aunque no es nuestro trabajo habitual. Hay que entender el momento que nos ha tocado vivir.

El lema de la OCB es ‘Llengua, cultura, país'. El actual Govern, de izquierdas y con un partido soberanista formando parte de él, ya lleva cinco años y medio ejerciendo. ¿Qué balance hace?

—Ante todo quisiera aclarar que como presidente de la OCB no voy a opinar de partidos políticos sino de políticas. Nosotros creemos que el actual Govern, en la primera legislatura, traicionó a sus votantes y al movimiento de ‘Llengua, Cultura i País'. Hizo una política lingüística absolutamente nula y en paralelo, con buenas palabras, intentó asfixiar organizaciones pro lengua catalana. En la actual legislatura se ha producido algún gesto de rectificación formal pero creo que es difícil no pensar que el proceso de normalización lingüística, al ritmo que vamos, jamás logrará sus objetivos.

¿Y qué hay que hacer?

—Creo que estamos acabando la paciencia. Si este movimiento no quiere acabar siendo visto como un cómplice de esta situación llegará –no demasiado tarde–, la hora de romper con este Govern. Ya sucedió hacia 1995, cuando a raíz de la ‘Orden Rotger' la OCB pasó de trabajar y colaborar con las instituciones a plantarles cara.

Al actual Govern se le reprocha, por ejemplo, que aun no haya sido capaz de poner en marcha la Oficina de Drets Lingüístics. Recuerdo que la OCB advirtió que si no se ponía en marcha montaría su propia oficina...

—Sí, ante la inacción y los continuos casos de discriminación lingüística y la pasividad del Govern, hemos tenido que poner en marcha la Bústia de Drets Lingüístics. Lo hacemos porque nadie lo hace. Es una situación anormal. Es excepcional que la sociedad civil tenga que suplir las carencias y los incumplimientos de los poderes públicos. El Govern habla y vuelve a hablar de la Oficina, pero no vemos una voluntad clara. Y digo el Govern pero me refiero a las tres principales instituciones de Mallorca: Govern, Consell y Ajuntament de Palma.

Explíquese ...

—Su forma de hacer es similar y por lo tanto pensamos que no es casual, que hay una voluntad que sea así. Tienen unos departamentos de política lingüística que no dan abasto para contrarrestar la desnormalización que hacen las propias instituciones (el resto de departamentos). Las direcciones generales de política lingüística tratan buenamente de lanzar iniciativas y pequeñas campañas que, más que de la Administración, parecen propias de organizaciones como la OCB. La sensación que tenemos es que por un lado hay la política lingüística de las instituciones, que hasta incumple la normativa propia sobre lengua y hasta la menosprecia, y por el otro hay cuatro departamentos que hacen un poco como la OCB. Cuando uno gobierna tiene que gobernar y aplicar mecanismos eficientes.

Está diciendo que están a punto de romper con el Govern...

—Es que llevamos mucho tiempo así. Ya hace dos años dijimos que no podíamos aprobar la política lingüística de las instituciones, o de las tres principales. Recuerdo que a Govern , Consell y Cort les propusimos hacer una campaña interinstitucional como la que coordinó Aina Moll, ‘La llengua feina de tots'...

Y les han dicho que no.

—No dicen que no, las formas son exquisitas. Creo que esta entrevista tendrá una réplica explicando que tienen una línea de ayudas y que se está haciendo mucho, pero la puñetera realidad, y pido disculpas por la expresión, es que el uso de la lengua está en retroceso. Por primera vez en mucho tiempo estamos pensando que la cohesión social se podría romper. Hay zonas de nuestro territorio que están absolutamente aisladas, viven en otro mundo. Actualmente, el único elemento o lugar que percibimos como aglutinador es el sistema educativo, de aquí que intentemos blindar por ley la presencia de la lengua en el sistema educativo.

Precisamente el anteproyecto de la nueva ley de educación que prepara el Govern no blindaba que al menos la mitad de las horas se tuvieran que impartir en catalán, como ocurre desde los años 90.

—Nosotros ya nos posicionamos entonces en contra. Aquel redactado no nos gustó y, en los foros con el Govern, hemos trasladado al conseller Martí March nuestra disconformidad. Sin embargo, por lo que sabemos parece que se ha entendido que se hay que blindar el 50 po ciento de horas en catalán. El conseller March es sensible a la lengua.

Acaba de nacer el Moviment per l'Escola en català, formado por varias entidades y sindicatos. Me pareció extraño que la Obra Cultural Balear no se integrara.

—Conocíamos el lanzamiento de esta plataforma y hemos hablado de ello, pero llevamos nuestro propio ritmo y calendario. No entra en nuestra hora de ruta. En cualquier caso, la apoyamos: la defensa de la lengua necesita muchos brazos. Celebramos su nacimiento.