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Los apartamentos turísticos no reglados «han venido para quedarse» pero deben trabajar con las mismas reglas de juego que la oferta reglada, como los hoteles, para competir en condiciones de igualdad, ha dicho este martes el vicepresidente ejecutivo de Meliá, Gabriel Escarrer.

En una jornada organizada en Madrid por Exceltur, Escarrer ha pedido a las administraciones que analicen el impacto económico y social de esa oferta no reglada, que produce efectos no deseados en forma de subidas de alquileres y degradación de la convivencia vecinal, entre otros.

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Ha criticado el «intrusismo y la competencia desleal» que generan este tipo de alojamientos, que además de no tributar fiscalmente, generan inseguridad jurídica y asistencial para el cliente. «Si algunos políticos que nos dirigen hicieran el mismo análisis acotarían el problema y medirían también el llamado 'cash flow social'».

Escarrer, que es también presidente de Exceltur, ha considerado que los fondos del Plan de Recuperación europeo deben ayudar a los destinos turísticos pioneros, los que nacieron en los años 60, a reformularse para no morir.

Ha puesto como ejemplo la recuperación que en la década de los 2010 hizo el grupo que lidera de Magaluf, en Mallorca, que no solo permitió a la compañía mejorar sus ratios en los hoteles de la zona sino que contribuyó a «limpiar» el destino.

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Esa es la línea en la que los llamados destinos pioneros -que se desarrollaron en los años 60, fueron líderes en los 70 y 80 y luego iniciaron su decadencia porque fueron negocios «cortoplacistas y de poco valor añadido»- deben trabajar para eliminar esas externalidades negativas, para lo que Escarrer cree que se deben usar los fondos del Next Generation de la UE.

Meliá observó en esa zona de Mallorca que la degradación no solo había afectado a la oferta hotelera sino a toda la sociedad y comenzó a actuar a principios de la década pasada tomando como referencia el trabajo de ciudades como Miami, en Estados Unidos, o Barcelona, con los Juegos Olímpicos, para promover un cambio en la oferta, que consiguió mejorar indicadores como la seguridad o el valor de los activos en la zona.

Este es el modelo que a su juicio deben seguir otros destinos pioneros, para lo que es clave la colaboración público-privada, con los distintos niveles de la administración y con otros sectores, como el comercio, la restauración y el transporte.

La industria turística ha sufrido «cierto rechazo social» sobre todo en algunos destinos saturados, por lo que el sector debe «asumir la responsabilidad de generar una opinión favorable, haciendo más visibles los múltiples beneficios que el turismo genera en las sociedades locales, ese «cash flow social».