La cierta psicosis generada en la sociedad mallorquina a raíz de los casos de encuentros sorprendentes con culebras de herradura de casi dos metros que se han producido en las últimas fechas tiende a reducirse a medida que la población en general cuenta con más información en su poder. Hasta ahora hemos constatado que estas serpientes introducidas por el hombre son más peligrosas para la biodiversidad propia que para la integridad de las personas, y hemos aprendido algunas claves para reaccionar ante un posible encuentro con estos reptiles. Ahora conocemos cuál es la actual distribución de este reptil, auténtico azote de los pequeños seres que habitan nuestros campos.
Vanessa Rubio, bióloga del Consorci per a la Recuperació de Fauna Silvestre (COFIB), es quizás la voz más autorizada para abordar este asunto desde un punto de vista profesional, pues estos días de principio del verano no deja de trabajar en las actuaciones necesarias para controlar la población de la culebra de herradura en Mallorca.
Preferentemente escogen entornos rurales, cerca de los hombres y sus actividades pero no en contacto directo con ellos, algo que evitan como todos los animales salvajes. Sin embargo, en las proximidades de una explotación agrícola o ganadera o en los marges encuentran cobijo y alimento fácil, por lo que en las fincas de fora vila tienden a conocerlas bien.
En paralelo los técnicos vigilan de cerca a la culebra y su objetivo es que el impacto en la fauna propia sea el menor posible. Para ello trazan su distribución y tratan de mantener sus poblaciones lejos de la serra de Tramuntana, donde la vida es más valiosa y sensible a los cambios bruscos.
En mente tenemos por ejemplo al ferreret, un pequeño anfibio que tan solo vive en Mallorca. «Actualmente no hay culebras de herradura cerca de los gorgs, las pozas naturales que habitan los ferrerets. Tan solo hemos detectado algunos individuos en Cala Sant Vicenç (Pollença), los tenemos bien referenciados», recalca Rubio ante esta problemática.
La científica explica que la de herradura no es la única culebra que en los últimos años se ha ‘mudado' a vivir entre nosotros, aunque quizás es la que más se ha dispersado por toda la geografía, con amplia presencia en el Raiguer, el Pla y el Llevant. También en los grandes municipios de costa cercanos a Palma, Calvià y Llucmajor, que en ambos casos cuentan con importantes extensiones de terrenos rurales.
Al principio del artículo se advertía que la culebra de herradura es una especie introducida por el hombre en Mallorca. Y eso es así aunque esa introducción no haya sido voluntaria. Las primeras culebras de herradura de las que se tiene constancia llegaron a la Isla hace tiempo: en 2006 se produjeron los primeros avisos.
La teoría más extendida sobre su irrupción entre nosotros es que sus huevos llegaron a Mallorca a través de los envíos de árboles frutales y otros elementos de hortofruticultura, una actividad que comporta algunos riesgos que ya hemos visto en plagas del pasado, como el caso del picudo rojo.
Ocultos en sus raíces, dichos huevos pasaron desapercibidos a los productores y comerciantes, y una vez trasplantados en los campos y fincas eclosionaron. Como resultado las culebras de herradura acabaron por ganar terreno fácilmente y de forma rápida. Básicamente por dos cuestiones: la abundancia de alimento, especialmente lagartijas, sargantanes, pequeños roedores y aves, y la falta de competidores naturales.
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