La mascarilla sigue siendo obligatoria en los interiores. | Efe

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El uso de la mascarilla sigue siendo obligatorio, siempre en los interiores, y en los exteriores, en el caso de que no se pueda mantener la distancia de seguridad. Sin embargo, la mejora de los indicadores epidemiológicos lleva a plantearse cuándo debe de dejar de ser obligatoria la protección facial para combatir al coronavirus.

En el caso de los colegios es obligatoria en el patio y las conselleries de Salut y Educació ya han anunciado que al final del primer trimestre revisarán si se puede eliminar esta restricción.

¿Qué debe ocurrir en los interiores? Tres especialistas responde a esta pregunta, formulada por Ultima Hora.

El especialista en Salud Pública y Medicina Preventiva, Joan Carles March, considera que «para quitarnos la mascarilla en interiores, tenemos que llegar a una incidencia acumulada a 14 días de 10 casos por cada 100.000 habitantes, mantenerla un mes sin subir y controlando posibles entrada de variantes con seguimiento y control». También ve imprescindible incrementar el porcentaje de vacunación. «En Baleares tenemos que subir unos cuantos puntos para poder estar más tranquilos», sostiene.

«Yo creo que las mascarillas y el certificado covid son dos medidas que aún las tenemos que mantener algo», concluye.

Ildefonso Hernández, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria, considera prematuro hablar de cuándo deben dejar de ser obligatorias las mascarillas en interiores. «Hemos de pensar que necesitamos varios meses con la incidencia cercana a cero o cero y que se mantenga prácticamente nula durante meses. Cuando haya pasado esto y veamos cómo ha ido la capacidad de la vacuna de mantener la inmunidad durante tiempo y hayamos visto si hay más variantes o no, con toda esa información se podría plantear comenzar a hacer excepciones».

El epidemiólogo Maties Torrent destaca que «la mascarilla ha sido una herramienta fundamental en el control de la pandemia, ha sido la medida que sin duda ha evitado más contagios y, por tanto, también la que ha evitado más ingresos y más muertes desde el inicio de la pandemia. De hecho, durante mucho tiempo ha sido la medida más eficaz con la que hemos contado para controlar la transmisión de la COVID-19».

En su opinión, «su coste-beneficio es posiblemente de los mejores, nunca vistos en una medida sanitaria preventiva. El papel de las mascarillas ha sido crucial mientras no contábamos con vacunas para la COVID-19. Afortunadamente, en estos momentos tenemos unas vacunas muy eficaces, de las que disponemos en cantidad suficiente para que toda la población pueda estar vacunada y este tiene que ser el objetivo y la estrategia para el control definitivo de la pandemia. Cada persona adicional que se vacune es importante y todas las personas que sigan sin vacunar van a seguir estando a riesgo de contraer la COVID-19 con el mismo riesgo de gravedad de siempre. Sólo la vacuna puede evitar casos graves de coronavirus y todo el mundo tendría que ser consciente del riesgo innecesario que corre si no se vacuna».

Ante esta situación, entiende que «la mascarilla podría seguir siendo necesaria para los no vacunados, pero parece absurdo tenerse que seguir protegiendo con una medida más engorrosa y menos eficaz, cuando contamos con excelentes vacunas, muy seguras y muy eficaces».