El Ceip Son Oliva ha sido el primer colegio de España en incorporar las pelotas en el aula a fin de concienciar a los niños sobre cómo se vive con una discapacidad visual
Profesores del Ceip Son Oliva, la UIB y Youthorama, con las pelotas sonoras. | Pilar Pellicer
Los alumnos de los centros educativos de Mallorca van a poder sentir cómo es jugar a la pelota sin ver. Solo se podrán guiar por el sonido que se desprende cada vez que lanzan el balón al suelo. Esta es la finalidad de A Goal for Inclusion, un programa en el marco proyecto Erasmus + y que repartirá 200 balones en la Isla para que los menores se sensibilicen con personas con discapacidad visual.
El Ceip Son Oliva fue este miércoles el primero de los ocho centros educativos que se han sumado a la iniciativa de incorporar esta pelota en sus actividades deportivas. A través de los juegos con estos balones, cada niño puede ponerse en la piel de otro que tiene dificultades de visión. La ONG griega Youthorama es la entidad que ha impulsado esta iniciativa. Durante los últimos años ha llegado a 280 países de todo el mundo.
El Grupo de Investigación en Ciencias de la Actividad Física y Deportiva de la UIB participa en este programa europeo. El martes pasado, los profesores Alexandre García y Xavier Ponseti y un representante de la ONG enseñaron a 14 maestros y profesores universitarios cómo usar el esférico.
«Pensamos que es importante que los alumnos sean sensibles hacia las personas con discapacidad visual», explicó ayer el profesor y también miembro del Grupo de Investigación Xavier Ponseti.
Los alumnos de Primaria del Ceip Son Oliva recibieron con entusiasmo al director de Youthorama, Elias Mastoras. Junto a un grupo de profesionales del deporte de la UIB, y la participación de una mujer con discapacidad visual, realizaron algunos talleres con los menores en el que tenían que cerrar los ojos y hacer equipos para llegar hasta los balones sonoros. Se guiaban a través del sonido.
«Este proyecto no nace para ganar dinero, sino que desde la ONG decidimos que fuese gratuita para todos. Esta es nuestra filosofía y apostamos por que lleguen tantas bolas como sean necesarias a todo el mundo», expresó Elias Mastoras tras su visita al centro.
La pelota pesa menos de 250 gramos y está financiada por entidades. El sonido ayuda a la personas con discapacidades visuales a encontrarla fácilmente. La pelota, así, se convierte en una herramienta de inclusión.
Xavier Ponseti aseguró que, de las 200 pelotas que han llegado a Mallorca, la UIB ha adquirido unas 40. A partir de febrero su uso se incluirá en el grado Ciencias de la actividad física y el deporte, «para cuando los alumnos del grado vayan a hacer sus prácticas en los colegios sepan utilizarlas y explicar su uso. Los balones irán rotando por los centros educativos interesados en hacer las actividades».
Una vez acabada la práctica de ayer, los niños de Son Oliva compartieron sus sensaciones y señalaron no solo la complicación que supone ir hacia el sonido de la pelota sin ver, sino que también disfrutaron de la actividad.
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