La directora general de Recursos Hídrics, Joana Maria Garau, explica que «nuestro departamento es el encargado de identificar los puntos más críticos tras un trabajo previo de evaluaciones de riesgo. Cada seis años realizamos la revisión en cumplimiento de una directiva europea para determinar riesgos potenciales en función de las velocidades y el calado de los caudales, y del área inundable. A partir de aquí, se elabora un plan de gestión para cada zona. En las ARPSI se incluyen zonas costeras, por los temporales marinos, pero ello corresponde a Costas».
El plan también tiene en cuenta la presencia de edificaciones e infraestructuras. Todo ello confluye en la elaboración de cartografías que sirven a Protecció Civil y Emergències para la gestión con el plan Inunbal (que corresponde a la Conselleria de Presidència) de posibles episodios que afecten a personas y bienes. El Pla de Gestió prevé medidas de preparación y prevención, recogida de información, actuaciones y obras para la defensa de estructuras, y el mantenimiento y la conservación de los cauces. Garau destaca que «las obras que podamos realizar deben estar integradas en el entorno, de tal manera que el agua de los torrentes pueda recuperar su espacio para circular de manera natural, reduciendo su velocidad y propiciando la infiltración en su ámbito de cuenca antes de que llegue a núcleos urbanos».
En este sentido, la directora general señala que «los antiguos hormigonados de los cauces ofrecen una falsa sensación de seguridad, pues facilitan que el agua ocupe los entornos urbanos. Sí se puede utilizar el hormigón en tramos estrechos o en la necesaria modificación de un curso de agua, pero normalmente no hormigonamos ni tapamos cauces. Las soluciones son naturales».
Tramos con cultivos
Garau indica que «tenemos muchos tramos de torrentes con cultivos hasta la orilla o caminos dentro de los cauces. No se debe construir en los torrentes y numerosos desbordamientos se deben a la presencia de infraestructuras. Si el agua se sale del cauce, debe extenderse por el entorno de manera natural, pero si encuentra obstáculos a su paso en forma de construcciones o infraestructuras, es entonces cuando surgen los problemas. Las soluciones no pasan por intentar domar el agua, sino adaptarnos a ella con métodos naturales». La directora general recuerda que «las inundaciones son fenómenos naturales que no se pueden evitar al 100 %. Hay que convivir con ellas y asumir una cultura del riesgo, pero podemos minimizar sus efectos».
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