Imagen del paso en venta.

TW
11

Hace pocos días se colgó un anuncio en la página de Facebook de Segunda Mano de Palma: «Se vende paso de Semana Santa, por no usar, están incluidos en el precio faroles, guía, estandarte... Precio negociable». El anuncio ya no es visible porque la decisión de la cofradía Oración del Huerto de s'Arenal es difícil y no se le conoce precedente en Mallorca. Lo cierto es que ya no hay relevo generacional. La tesorera de la cofradía, Consuelo Zaragoza, explicó en IB3 que los pocos cofrades que quedan ya «no colaboran ni en venir».

Y mantener un paso como este tiene su coste. Este periódico ha podido saber que si bien la imagen está en la capilla de la iglesia, el trono y todos los enseres se guardaban en un garaje con pago de alquiler. Pero no solo eso, faltan manos para llevar el paso en procesión, de ahí que tras dos años de pandemia, la última Semana Santa tampoco pudiera salir. Además, sólo el precio de decorarla con flores podía ascender a centenares de euros, un coste que ya no se puede asumir. Parece ser que la idea de poner a la venta el paso surgió del mismo párroco quien vio una salida menos drástica a este problema. Y es que la intención es encontrar a otra cofradía que pueda estar interesada para que se pueda hacer cargo de todo y que así no se pierda ni la imagen, ni la historia que tantos penitentes ayudaron a construir. El precio de venta es de 8.000 euros cuando, recuerda Consuelo Zaragoza, todo lo que se adquirió, en su día, puede ascender a unos 12.000.

Esta cofradía con más de 25 años de historia ha llegado a tener a más de cien personas pero en los últimos años fueron perdiendo cofrades y la pandemia no ha ayudado a recuperarlos. Y es que ya lo dijo en su día la portavoz de la Junta Gestora de la asociación de cofradías de Palma, Marisa Pérez, las cofradías y las bandas de música se han resentido también por el COVID. En este 2022 en que han vuelto las procesiones tras dos años sin salir ha habido más bajas entre los cofrades ya sea por haber sufrido la enfermedad, por miedo, o porque muchos han vuelto a otras ciudades de origen. Una de las consecuencias se vio el Viernes Santo cuando, por falta de relevo, los costaleros del paso de Nuestra Señora de las Angustias tuvieron que abandonar la procesión del Santo Entierro.