Odile Rodríguez de la Fuente, en una foto cedida para la entrevista.

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Es bióloga, se llama Odile y sólo por su apellido y por ser hija de quien es vale la pena prestar atención a lo que dice. Participará en el eForum, que se celebrará los próximos 2 y 3 de junio, en la Fàbrica Ramis de Inca, enmarcado en el eventoeMallorca Experience Week 2022.

Estará acostumbrada a empezar las entrevistas hablando de su padre. ¿Es bióloga por él?
—Sin duda. Llevar ese apellido en este país es un verdadero honor. Y es una inspiración. Quedé muy marcada por la obra de mi padre y su forma de disfrutar la vida.

Mi generación se crió con la voz y las imágenes de su padre en la tele. Con ‘Planeta azul' y ‘El hombre y la Tierra'. ¿Cómo era?
—Pues muy parecido a como salía en los medios. No utilizaba esa entonación de voz cuando pedía un vaso de agua pero sí cuando salíamos al campo y estimulaba nuestra curiosidad. Le recuerdo como una persona sumamente curiosa. Y muy infantil en el mejor sentido de la palabra. Miraba el mundo con ojos de niño y nunca perdió la ilusión.

Por él aprendimos a ver al lobo como a un amigo. Lo humanizó. ¿Salvó su padre al lobo?
—Sí, pero más que humanizar a los animales, lo que hizo fue animalizarnos un poco a todos. Nos hizo ver el mundo desde el punto de vista de los animales. Nos hemos separado de la naturaleza en exceso y esa ruptura nos afecta.

Con la pandemia pareció que se nos abría una segunda oportunidad con la naturaleza. ¿La hemos desaprovechado?
—No, no. Esa oportunidad siempre está ahí. Igual en el sentido de colectividad puede parecer que todo vuelve a lo que era antes, pero desde el punto de vista personal hemos cambiado. La de la pandemia fue una crisis encadenada a otras, a la que hay que añadir ahora la de la guerra. No nos va a quedar más remedio que parar. Vivmos en la ficción de que lo importante es lo material y lo económico y eso no es así. Este cambio nos tiene que llevar a ser más autosuficientes, el acceso a las materias primas será más justo y se democratizará. Habrá más calidad de vida y comprenderemos que lo importante no es tener más.

Sabrá que hay quienes niegan el cambio climático y quienes, desde la ultraderecha principalmente, hablan de una Agenda 2030 dictada por las elites.
—Siempre digo lo mismo: hay muchas ideologías que están ahí pero al otro lado está la ciencia, que no tiene filtros ideológicos. Lo que ha sucedido en estos 15 años supera los peores pronósticos de la ciencia sobre el cambio climático. Quien no quiera verlo, posiblemente esté manipulado ideológicamente o viva en un orden imaginario alejado de la realidad. Cada cual puede elegir su propio camino pero, como ocurre con las manzanas, terminaran por madurar.

Volviendo a su padre: nuestra referencia era una persona mayor. Greta Thumberg, con 15 años se convirtió en activista por el medio ambiente.
—Eso dice mucho del cambio, la conciencia es cada vez mayor y más temprana. Pero ha habido quienes han preferido fijarse en el dedo de quien señala y no en lo que señala.

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¿Cuál será el planteamiento de su intervención en el eForum de la eMallorca Experience Week?
—Daré unos trazos sobre cuál es la situación ahora y a los retos que tenemos por delante. Hablaré del cambio climático y la mayor parte de la charla estará enfocada a la necesidad de un cambio de paradigma. Y no requiere tantos sacrificios como se dice por ahí.

¿Que no hacen falta tantos sacrificios?
—No, no, al revés. Vivimos, ya le digo, en la ficción de que lo importante es lo material. Calidad de vida no es tener más y está a nuestro alcance.

La noto muy optimista...
—Sí, soy optimista. Es de sentido común que tenemos que despertar. Aunque no existiera la crisis por el cambio climático, el sistema ya está roto y de lo que se trata es de primar la vida con mayúsculas.

¿Va por el camino correcto la política española sobre el cambio de modelo?
—España ha dado pasos que van en la dirección correcta pero echo a faltar una política de Estado. La naturaleza es nuestra casa común y tendría que actuarse por consenso. No debería ser un arma arrojadiza y sí considerarla como cuestión de Estado.

¿Hay quienes ven la caza como una manera de proteger el medio ambiente y quienes definen como ecologistas a quienes la practican. ¿Qué opina usted?
—Vivimos en un momento de polarización en el que se pierden los matices. Miguel Delibes se fijaba en los matices. Y ni todos los curas son santos ni todos los cazadores son asesinos. Hay cazadores que son auténticos matarifes y otros que no lo son.

¿Cuál es nuestra asignatura pendiente para encarrilar todo esto? ¿Qué es lo más urgente?
—La educación. Es un pilar fundamental. Tenemos que fijarnos en el modelo educativo de los países nórdicos. Hay que incidir en la comprensión lectora más que en la memoriarización. Hay que educar a los niños en el asombro y la curiosidad. Educar no es domesticar.

Parece de ‘El principito'...
—Pero es así. Si no enseñas con perspectiva, enseñas a ser domesticado. Lo importante es educar en responsabilidad.