Damià Pons, Gabriel Ensenyat y Nicolau Dols, en Can Alcover. | Jaume Morey

TW
2

La publicación en 1962 de Nosaltres, els valencians, de Joan Fuster, suscitó un profundo debate sobre la identidad que se extendió con intensidad a Balears. Esta es la tesis del ensayo Fuster i els mallorquins. El debat identitari a la Mallorca tardofranquista (Edicions Tres i Quatre, 2022), del medievalista y filólogo catalán, Gabriel Ensenyat (Andratx, 1961), donde documenta ampliamente esta discusión, que se alargó hasta principios de los años setenta. «Es necesario reavivar el debate identitario después de 60 años de cambios estructurales en Mallorca, hay que resituarlo», reclamó ayer el filólogo catalán y exconseller d'Educació, Damià Pons, durante la presentación del libro que llenó Can Alcover. Además de la contribución de Fuster, la llegada del turismo de masas en los sesenta y las sucesivas olas migratorias que se han ido sucediendo desde entonces encendieron estas discusiones. Pons cree la «mallorquinidad catalana» está en fase de «minorización». «Hay que construir un relato ahora que dentro de siete años se cumplirán 800 de la Conquesta», añadió. Asimismo, criticó que el «antimallorquinismo» diga que la repoblación de Mallorca con catalanes, tras la llegada de Jaume I, fuera un hecho poco significativo, porque fue «clave».

Sin embargo, ahora cuesta más abrir el debate porque en esos años la prensa se prestó como una «plataforma» de opinión, al contrario de ahora, según Pons. «Falta ver si las élites de clase media de Mallorca son capaces de encajar el libro y convertirlo en un agente de acción», dijo; o si, por el contrario, lo ignoran. El lingüista Nicolau Dols, que también presentó el libro, rechazó que los mallorquines sean «más tranquilos»: «Esto viene por una paliza cíclica que hemos recibido», apuntó. En su opinión, el libro de Ensenyat es muy fácil de leer y suscita las preguntas necesarias para pensar la identidad en la actualidad.

Por su parte, para el director de la editorial Tres i Quatre, Jan Brugueras, el libro está pensado para que lo lean los mallorquines, pero también los catalanes y valencianos. «En Catalunya pecan de provincianismo, de no saber qué pasa en Balears y el País Valencià», criticó. El autor manifestó que su intención es abrir el debate de nuevo y evitar que el catalanismo replique los esencialismos del españolismo.