Javier Torres, decano del Colegio Oficial de Psicólogos de les Illes Balears (COPIB). | R.L.

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El Col·legi Oficial de Psicologia de les Illes Balears (COPIB) ha puesto en marcha un programa de apoyo psicológico para atender a familias ucranianas que han llegado a Baleares como consecuencia de la guerra en su país tras la invasión rusa. Este programa, que cuenta con la colaboración de Markel, Brokers seguros profesionales, Fundación Guillem Cifre de Colonya y MTS Globe, quiere poner a disposición de toda aquellas personas que lo necesiten las herramientas necesarias para que puedan expresar los sentimientos y emociones que están viviendo.

De este modo se les quiere ayudar a afrontar los problemas psicológicos derivados del cambio traumático que han experimentado sus vidas. Con esa finalidad, el colegio de psicólogos ha dispuesto un operativo de 10 profesionales especialistas en el ámbito de las emergencias, crisis e intervención sanitaria (8 en Mallorca, 1 en Menorca y 1 en Ibiza) para llevar a cabo intervenciones psicológicas de carácter individual y grupal. Los psicólogos se adaptarán a los espacios y lugares que puedan facilitar las instituciones y entidades que soliciten adherirse a este programa. Para ello, deberán contactar con este colegio profesional.

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Desde el COPIB se destaca la importancia de atender la salud mental de los ucranianos que han tenido que abandonar su país, dejando atrás su vida, sus pertenencias, su familia y, en algunos casos, con la experiencia de la muerte de un familiar o de personas conocidas. «La atención que puedan recibir las familias refugiadas ahora es fundamental para prevenir en la medida de lo posible secuelas psicológicas y trastornos de estrés postraumático que suponen un impedimento para que estas personas puedan rehacer sus vidas», ha declarado el decano del colegio, Javier Torres.

No se trata «únicamente» del impacto de los bombardeos o del exilio forzoso, sino del hecho que con la guerra «se trunca todo un plan de vida», ha explicado Torres. En el caso de los menores, Torres ha advertido de que el trauma que conlleva ser testigo de un conflicto bélico puede acarrear graves problemas de salud mental y, a corto plazo, una elevada inseguridad, miedo al futuro y cambios de comportamientos antes los cuales los padres deben estar prevenidos.