Además de disfraces o camisetas deportivas, tampoco se permitirá el acceso a gente con objetos procedentes de la venta ambulante o de «negocios que promueven el turismo de borrachera».    | Miquel Àngel Borràs

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«Llegan a los hoteles sobre las 10 y a las dos de la tarde ya no pueden ni caminar, están completamente ebrios e incluso sus compañeros los dejan solos, tirados en la acera». Dos pinceladas que los empresarios de la Playa de Palma aportan sobre el panorama de la nueva temporada turística y que suenan a déjà vu. Y nuevo grito de ayuda hacia las autoridades para que pongan coto a los desmanes en este desaforado regreso del turismo de excesos. Los portavoces de Palma Beach, sello de calidad que agrupa a empresas de la hostelería y la restauración, advirtieron este martes de que urge tomar medidas de control sobre una creciente marea de turistas que está repitiendo los mismos comportamientos de siempre y que incluso es peor que en años anteriores. «Ya damos por perdida la temporada en cuanto al control del incivismo».

A la espera de un refuerzo de los controles policiales –cuyos actuales efectivos, reconocen los empresarios, «ya están haciendo un sobreesfuerzo»– una docena de bares y restaurantes de la zona han impuesto un código de vestimenta, una medida que ya existía en el caso de los hoteles. Así, y aunque en horario diurno va a haber «más laxitud», por la noche no se va a permitir el acceso en los locales con disfraces, sin camiseta o con camisetas de fútbol. Tampoco se aceptará que se lleven productos procedentes de la venta ambulante o prendas de «otros negocios que promueven el turismo de borrachera».

Juan Miguel Ferrer y Pedro Marín, CEO y gerente de Palma Beach, respectivamente, lamentaron que el mes de abril fue muy positivo, con un perfil de visitante alejado del turismo de borrachera. Una tendencia con la que el avance de la temporada ha dado al traste. «A partir del 10 de mayo sufrimos la llegada de grandes grupos de turistas que solo buscan emborracharse». En ese sentido, denuncian que la normativa aprobada en 2020 «no está funcionando», ya que «se controlan los dispensadores de alcohol en los hoteles pero el problema está en la vía pública». Asimismo, proponen que las multas a los incívicos se cobren al momento, como pasa en otros países.