Turistas paseando por la zona cercana a la Seu. Hace una década el segmento ruso era pujante y hoy está 'desaparecido'. | Redacción Local

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En los últimos años su presencia entre nosotros ha menguado mucho, aunque especialmente estos pasados meses de julio y agosto el acento ruso ha salpicado algunas de las playas y zonas costeras más populares de las Islas, así como las tiendas más exclusivas de Palma. Posiblemente exista un antes y un después de este verano, ya que los turistas procedentes de Rusia van a ver aun más dificultada su llegada a Baleares y el conjunto de la Unión Europea (UE), tras el acuerdo de los cancilleres de los Estados miembro para establecer unas nuevas reglas de juego en la administración de visados.

La novedad radica en el hecho de que, a partir de ahora, los ciudadanos rusos que quieran viajar a los países de la UE deberán pagar más dinero para realizar el trámite y deberán dar más pasos y presentar más papeleo para acreditar quiénes son. La intención, según destacó el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, el español Josep Borrell, es que los rusos en general no viajen a territorio comunitario para pasar su tiempo de ocio y realizar sus compras como si nada, o más concretamente como si no hubiera una guerra en Ucrania fomentada directamente por sus autoridades.

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Eso sí, habrá algunas excepciones pues no todos los ciudadanos rusos son iguales a ojos de la UE. Los Estados miembro tendrán una especial sensibilidad y potenciarán el diálogo con ciertos colectivos a los que el Kremlin no tiene precisamente entre sus predilecciones, como por ejemplo los artistas, los jóvenes o los perseguidos y represaliados por el gobierno que lidera Vladímir Putin. Para ello los visados se otorgarán de forma individual tras una «evaluación exhaustiva» de cada solicitante. Ante los medios de comunicación Borrell subrayó que «no tenemos nada contra el pueblo ruso», aunque con la nueva situación «el número de nuevos visados se reducirá substancialmente».

Sin embargo, el hecho de que el coste del visado aumente en un 56 por ciento, y que los trámites para realizarse sean más farragosos se plantea como una forma apropiada para reducir la afluencia de ciudadanos rusos en los países de la Unión, sin prohibir su llegada, una expresión más de los obstáculos el acuerdo de facilitación de visados con Rusia, vigente desde 2007, y que al principio de la invasión de Ucrania ya se modificó para vetar su entrada en la UE a algunos colectivos, como políticos o empresarios.

La medida supone un punto intermedio entre los países bálticos y los del Este, que solicitaban un veto total a los ciudadanos rusos, y los que como España, Alemania y Francia piensan que se debe permitir la entrada en territorio nacional de aquellas personas que no comparten la deriva militarista de su jefe de Estado. Finalmente, cabe destacar que la emisión de visados sigue siendo una competencia nacional, por lo que cada uno de los Veintisiete tomará sus propias decisiones.

El apunte

‘Los Guadiana’ del turismo

La evolución del turismo ruso en las Islas resulta especialmente llamativa en los últimos años. Podría decirse que aparecen y desaparecen, como si fueran ‘los Guadiana’ de la industria turística local. Tras convertirse en uno de los mercados más pujantes durante la década pasada en Baleares, muy centrados en el nicho del lujo, los visitantes rusos fueron 120.400 en 2019 según las estadísticas oficiales.

Con la llegada de la pandemia de coronavirus la cifra se redujo a a cero en la temporada de 2020. En 2021, el año del regreso de todo, fueron solo 6.216 turistas procedentes de Rusia los que nos visitaron. Los principales responsables de esta reducción son las desavenencias sobre la idoneidad de la vacuna Sputnik y más recientemente el contexto bélico al Este de Europa.