Marina ha vivido gran parte de su vida presa de las adicciones; ahora asegura que está en el mejor momento de su vida. | P. Pellicer

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«La adicciones al sexo, a las drogas han estado a punto de costarme la vida». Este es el resumen que realiza Marina, tras exponer su desgarrador testimonio a Ultima Hora. No obstante, aclara que su nombre es ficticio -aunque lo utilizaba en su etapa como prostituta- y no ha querido mostrar su rostro en las fotografías porque está intentando rehacer su vida en Mallorca.

A lo largo de sus 46 años de vida, esta mujer ha vivido durante más tiempo presa de las adicciones que en libertad. A los 14 años ya sufrió abusos sexuales por parte del padre de una amiga. Sin embargo, tuvo la valentía de denunciarlo y evitar que fuesen a más. Pese a ello, no pudo impedir que esto le causase unas secuelas que han marcado el resto de su vida. Sus miedos e inseguridades la llevaron a caer en la bulimia durante la adolescencia. Su madre la ayudó mucho, pero este problema ha estado latente durante mucho tiempo.

A los 22-23 años comenzaron sus problemas con el sexo. Aunque tenía pareja, le era infiel. Lo justifica porque viajaba mucho y lo veía poco. Ella necesitaba sentirse deseada por los varones y tener relaciones para que levantasen su autoestima. «Necesitaba estar con hombres, me daba igual la edad que tuviesen y cómo fuesen físicamente; en algunos casos, incluso ellos mismos se sorprendían de poder estar con una chica tan joven como yo», confiesa. Marina se relajaba cuando lograba tener coitos, pero luego sufría una sensación de vacío, «entraba en bucle».

Su adición al sexo fue a más, primero buscaba estar con hombres durante los fines de semana; pero con el tiempo lo trasladó a su lugar de trabajo y se acostaba con compañeros. Con el tiempo, empezó a tener problemas en su entorno laboral. Entonces decidió marchase a Nueva York, probablemente huyendo de sus conflictos. Sin embargo, la acompañaron, e incluso, se incrementaron. «Empecé a trabajar de camarera y seguía teniendo problemas con los hombres. Buscaba sexo como una droga, para sentirme mejor». Ante esta situación, «decidí volver a Argentina, porque tenía mucha angustia y depresión»; regresó con su adicción al sexo y con la bulimia reactivada.

Las adicciones aumentaron en Mallorca

Los cuidados de su madre lograron que aparcase sus problemas. Marina se encontraba bien y decidió venir a Mallorca de vacaciones porque quería conocer personalmente a un hombre con el que tenía contacto. Aquí volvió al mundo de la noche y a trabajar de camarera. Su adicción al sexo se manifestó de nuevo. «Aunque tenía pareja, si no lo veía en dos o tres días me iba con mis clientes», reconoce. Precisamente, cuando tenía 27 años tuvo a su primer hijo con uno de sus clientes, con el que mantuvo una relación durante seis años. Más que un romance fue un infierno, ya que asegura que él le pegaba.

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El padre de su primer hijo consumía alcohol y drogas y ella pensaba que él la engañaba con otras mujeres; entonces Marina decidió serle infiel y estar con otros hombres. Además, comenzó a ejercer la prostitución y acompañó su adicción al sexo de una nueva dependencia: a las drogas. Todo un cóctel explosivo. Ante este panorama, su madre vino de Argentina y se llevó a su hijo. Al año y medio, Marina se volvió a quedar embarazada. Ella decidió poner fin a sus dependencias y decidió comenzar su proceso de desintoxicación en la Unidad de Conductas Adictivas (UCA). «Me costó mucho y durante el embarazo tuve dos o tres consumos de droga. Lo llevé como pude», revela. La droga la venció y cuando el niño nació volvió a consumir durante los fines de semana.

«Me gustaba ejercer la prostitución»

La prostitución era su modo de vida. Por una parte, le permitía comprar droga y todo lo que quería. Por otra, satisfacía sus deseos sexuales. «Me gustaba ejercer la prostitución». «Los clientes buscan a mujeres que disfrutan; yo gozaba con los clientes y estaba enganchada». En este punto, recuerda que ha llegado a participar en orgías, a tener sexo con varios hombres al mismo tiempo, etc. «Yo ahora me asusto cuando lo recuerdo, pero antes no», admite. Su entonces pareja se convirtió en su chulo. «Yo volaba para ir a trabajar y como venía con dinero y sustancias él no me decía nada. Yo disfrutaba en el trabajo: tenía sustancias para consumir y hombres».

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Marina era consciente de que tenía un hijo, pero «no era capaz de dejar mis vicios porque mis adicciones me superaban», argumenta. Sí decidió romper con su pareja, que reitera que la maltrataba, e irse con otro varón; con el que tuvo otros dos hijos. «Yo tenía 33 años y me sentía importante cuando dos hombres se peleaban por mí». En esta nueva relación, «intenté dejar la droga, pero él era adicto» y eso lo complicaba. Los dos acudieron a la UCA. Ella se quedó embarazada y aparcó sus vicios. Sin embargo, tuvo recaídas en su dependencia del sexo y las drogas, al tiempo que añadió el alcohol. En el caso del sexo, puntualiza que la prostitución se convirtió en un medio para conseguir dinero. Posteriormente, logró dejar la cocaína, pero se hundió en la bebida «por la impotencia de la situación y de no hacer lo correcto».

Una mujer feliz, que ha logrado vencer sus adicciones

Marina volvió a cambiar de pareja y, de nuevo, se quedó embarazada. Intentó abortar, pero «afortunadamente no lo hice»; ha tenido ocho interrupciones del embarazo y cuatro bebés. Su vida estaba fuera de control y el año pasado los servicios sociales le quitaron a sus hijos; este fue el detonante para que ella pusiese fin a la dependencia que le quedaba: el alcohol.

Hoy es una mujer feliz, que ha logrado vencer sus adicciones, y que lucha por rehacer su vida. El camino ha sido muy complicado y asegura que habría sido imposible transitarlo sin el apoyo de los profesionales. «Soy consciente de que volver atrás sería la destrucción total». Por ello, no prueba las drogas y no tiene relaciones con hombres. Ha tenido varias enfermedades de transmisión sexual, la más grave el virus del papiloma que motivó que le quitasen el útero. En este punto, reconoce que «seré adicta al sexo, a las drogas y al alcohol durante toda su vida», motivo por el que las prefiere tenerlos muy lejos.

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La adición más difícil de superar ha sido la del alcohol porque «es tan social que está al alcance de la mano». Ahora su vida se ha ido ordenando y ha logrado «un equilibrio espiritual, físico y mental». «Paso uno de los mejores momentos de mi vida; me noto estable», expone. A las personas que puedan encontrarse en una situación similar les recomienda que busquen al especialista adecuado y hablen su problema.