Antoni Torres era el director general d’Interior cuando ocurrió la catástrofe del Prestige y fue el responsable político de todo el operativo de transporte y trabajo de los voluntarios de Baleares. Torres recuerda que «hasta que llegó la primera marea negra, hubo una cierta tranquilidad política, pero cuando el fuel empezó a teñir el litoral gallego, se inició la presión de numerosísimas personas que querían ir a limpiar. En ese momento, tanto el Ministerio de Medio Ambiente como la Xunta de Galicia no querían voluntarios, pues no estaban preparados para recibir una gran afluencia de gente. Sin embargo, a finales de 2002, se celebró una reunión entre ministerio y comunidades autónomas en la que se dieron dos opciones: enviar dinero o enviar voluntarios, asignando zonas de la costa gallega a cada comunidad».
«Estoy orgulloso de la solidaridad de las Islas»
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