Miquel Ginard e Ireneusz Pakulski, usuarios de Es Refugi. | PILAR PELLICER

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La vida es todo eso que sucede entre que naces, te reproduces y mueres. Y cuanto más se acerca el final, el deseo de todos es llegar bien, con los objetivos cumplidos y estar tranquilos. Esta vida idílica no llega a todos por igual, es casi una utopía porque, de pronto, llegas a la jubilación muy vulnerable.

La pobreza severa ya se ha cronificado en el colectivo de la Tercera Edad. Nunca una renta inferior al 40 % de la mediana de la nacional había sido digna, pero mucho menos hoy por el alto coste de la vida. Pero, ¿se imaginan vivir sin ingresos durante ocho años? Es un caso extremo y tiene nombre y rostro. Se llama Ireneusz Pakulski, tiene 66 años, es polaco y lleva 26 años en Mallorca.

Desde 2014 no cobra ni un euro. Su situación es muy compleja, y le ha tocado a las puertas de su jubilación. Hace ocho años que sus papeles están caducados, no cobra nada, y tampoco trabaja desde entonces a consecuencia de un ictus. Ireneusz llegó a la Isla completamente solo. Proviene de la ciudad Boleslawiec, muy cerca de la frontera con Alemania, y no mantiene ningún contacto con sus hijos, que siguen en Polonia. Ha trabajado en Mallorca para empresas de construcción durante muchos años, pero debido al infarto cerebral tuvo que abandonar el trabajo. En ese momento, sus papeles debían de actualizarse, pero es que Ireneusz no sabe casi castellano y ningún centro de acogida, ni servicio social, le ha ayudado.

«Primero vivía en un piso de alquiler en Calvià, pero al no trabajar por el ictus me quedé sin dinero para pagar las cosas. Así que pasé seis meses en un cajero automático, luego cuatro años en Ca l’Ardiaca y un año en Primera Acogida, del IMAS, antes de entrar a Es Refugi», cuenta. Cuando los trabajadores de Es Refugi conocieron su historia, detectaron el problema con su documentación. Una trabajadora social ha estado detrás de él desde el primer momento, le ayudó con la documentación y a gestionarlos en conjunto con la administración polaca. Es posible que pronto Ireneusz cobre la paga de su jubilación, aunque desconocen la cantidad.

Ireneusz es una persona tranquila y se define de mente fuerte porque «muchas veces piensas que no te convertirás en vulnerable, que no te verás así, pero ese día puede llegar. Y aguantas porque si no, es imposible continuar», explica para esta entrevista.

Trabajador y pobre

Lo que une a Ireneusz de su compañero Miquel Ginard, de 57 años, es que ambos están solos. Si el primero no tiene comunicación con sus hijos y exmujer en Polonia, Miquel no sabe nada de su familia en Mallorca. Ginard es mallorquín y ha cotizado 35 años, pero gana 500 euros al mes de una pensión por invalidez, a consecuencia de una operación en su espalda. Su último oficio fue de limpiador, pero su cuerpo no aguantó y pasó dos años de baja. Desde entonces, no ha encontrado trabajo.

Se fue a vivir con su madre, pero no podía contribuir económicamente y cuenta que sus hermanos le echaron. En ese momento tenía 47 años. Así que pasó unos años en una habitación. Pagaba 350 euros aunque hace poco le subieron 50 euros más y no pudo continuar. Preguntado por sus ahorros, reconoce que ha tenido «malos vicios», como salir mucho de noche, aunque reconoce que siempre ha sido responsable con el trabajo.

«No he llegado a encontrarme en situación de calle, pero casi. He vivido durante dos meses en el coche de una amiga. Estaba aparcado cerca de un Mercadona de Casablanca, y de vez en cuando algunas personas me daban de comer, pero yo cada día acudía en autobús a los comedores sociales. Para ducharme, pagaba 5 euros cada tres meses para utilizar las instalaciones de Germans Escalas. Es duro verte así porque, en mi caso, he trabajado toda mi vida», relata.

«Hasta que no vives esta situación te piensas que no te puede pasar. Lo que más lamento es no poder trabajar ahora mismo», lamenta. Miquel observa que en Es Refugi, llega mucha gente trabajadora, y sobre todo asegura que «me sorprende la cantidad de gente mayor. Es muy triste llegar a 70 años y hurgar por los contenedores, algo que yo he visto, y no tener un hogar ni una familia. Sí, he pensado que llegar así, pero la verdad, no lo quiero ni pensar»

Hay 200.692 personas mayores de 65 años que reciben una pensión en Balears, pero el 38 % de ellos (76.000 personas) tienen una renta inferior al índice de pobreza. Es decir, cobran menos de 681 euros. Y si nos fijamos en la pobreza severa, el 17 % de este colectivo mayor está cobrando 454 euros, según el último informe de EAPN de 2022.

El frío se acerca y los centros de acogida del Tercer Sector están con lista de espera porque están llenos desde hace meses. El 33 % de los usuarios que ahora mismo acoge Es Refugi tiene más de 65 años, con unos ingresos que no les permite alquilar una vivienda. El director del centro, Toni Cañellas, confiesa que «antes no había tanta gente de este colectivo».

Cuentan con 28 plazas y están ocupadas. Aparte, tienen 30 personas más esperando a entrar. Ahora se acerca una época difícil, donde las solicitudes crecen, como también se ve más gente en la calle. «Es un año duro, el precio del alquiler sube, la inflación y los productos de primera necesidad», lamenta Cañellas. El perfil de los usuarios de Es Refugi es mayor de 50 años, con un nivel educativo bajo donde el 90 % no ha acabado la Educación Secundaria Obligatoria, detalla Cañellas. Aunque las personas que llegan a Es Refugi no presentan problemas por adicción, «este año nos han llegado porque otros centros más específicos en eso están llenos».

Los centros están expectantes por cómo sobrepasarán la época navideña y de frío. «Si estamos ya todos sin plaza, y ni siquiera ha llegado diciembre, realmente no sabremos cómo ayudar a estas personas que lo necesiten. La previsión es que sí haya más demanda. Durante la pandemia ya creció un 20 % la gente en situación de calle», manifiesta el director de Es Refugi.