Antonia Alanzol (Alcudia, 1974) es una mujer franca, sin pelos en la lengua y una de las profesionales más valoradas de Balears en asuntos relacionados con la violencia de género y los menores. Es sargento de la Guardia Civil, policía judicial en el área de delitos contra las personas y responsable del Equipo de Mujer-Menor (EMUME) de la Guardia Civil. Su trabajo pasa por la coordinación y fiscalización de todo el trabajo de la Guardia Civil en materia de violencia de género en las Islas, la formación de los agentes, tanto del Instituto Armado como de las diferentes policías locales, así como impartir charlas en colegios e institutos de la Comunitat. «La educación es importantísima para detectar un indicio de violencia», apostilla a menudo. Con ella hacemos una radiografía de la situación en las Islas, con motivo del 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.
Se puso al frente del EMUME en 2015, ¿qué ha mejorado en estos 7 años?
-Sin duda hay más conocimiento de la problemática y más especialización. La metodología de trabajo ha mejorado, así como la coordinación con las diferentes instituciones y cuerpos del Estado que tienen algo que ver en la lucha contra la violencia de género. Buen ejemplo de ello ha ido la creación de lo que llamamos comúnmente la 'sala amable', una habitación que tiene como propósito la atención a las víctimas de violencia de género y a personas vulnerables, creando un espacio más acogedor y cercano. Así evitamos la frialdad de la típica sala de espera de un cuartel de la Guardia Civil. Digo que esta sala es un ejemplo de la buena sintonía entre organismos, ya que la Guardia Civil la sufragó, la Conselleria de Presidencia se encargó de amueblarla y el material de ocio infantil ha sido donado por los hijos de guardias civiles.
¿Y las asignaturas pendientes?
-Siempre hay espacio de mejora. Por decirle algo, cuanta más especialización, más eficaz será nuestro trabajo. Y algo que siempre nos preocupa: hace falta más personal. Ahora mismo somos cinco agentes en el Equipo de Mujer-Menor (EMUME) para todo el Archipiélago, que tratamos delitos contra la mujer, menores de edad y colectivos vulnerables. Cuantos más seamos, más efectivos seremos.
¿El crimen de Lucía Patrascu en el Port de Pollença en 2016 fue un punto de inflexión para la Guardia Civil?
- No le quepa duda. Fue un varapalo tremendo para el Cuerpo. La respuesta no fue la adecuada. Hemos trabajado muy duro desde entonces para que no vuelva a suceder un episodio así.
Se habla mucho de las víctimas, ¿pero qué pasa con los maltratadores?
-A veces nos centramos solo en la víctima, ayudarla, cambiarla de domicilio, dar un vuelco a su vida. ¿Pero qué pasa con los agresores? Trabajamos directamente con ellos desde 2019. Hay más comunicación con ellos. Fíjese que los maltratadores tienden a reincidir.
¿Cuáles son las características del agresor?
-Todos tiene rasgos comunes: inseguridad, dependencia emocional, sentimiento de inferioridad y necesidad de someter a su pareja. También hay rasgos comunes en las víctimas: no importa el nivel educativo o económico. Hemos tenido todo tipo de casos. Mujeres que lideran equipos de decenas de personas y que luego en un plano más íntimo y personal son avasalladas por sus parejas. Mi experiencia es que víctima puede ser cualquier mujer.
¿Cuál es el colectivo que más le preocupa?
-Las mujeres mayores son las víctimas que llamamos 'invisibles'. Juega en contra de ellas la edad, les pesa la tradición, las costumbres y algunas llevan décadas aguantando insultos, humillaciones y vejaciones. Ni siquiera tienen que recibir palizas. En muchas ocasiones, cuando se deciden a dar el paso de denunciar, no cuentan con el apoyo de sus familias. '¿Ahora lo vas a denunciar?' 'Llevas años soportándolo, ahora te aguantas'. La presión del entorno familiar y el sentimiento de vergüenza puede ser muy grande.
Según las estadísticas, en Baleares aumentan las víctimas de violencia de género menores de 30 años, también la edad de los agresores. ¿Qué está fallando?
-Hay mucha información, quizá demasiada. Y un exceso de información mal gestionado lleva al otro extremo, a la desinformación. En mi opinión, estamos fallando a la hora de educar a nuestros hijos. Lo veo en las charlas que doy en colegios e institutos. Muchos de estos críos tienen muchas dudas en cuanto a llevar relaciones interpersonales, imagínese en una relación afectivo-sexual. Y esto se debe a que hemos abierto la puerta de par en par a internet. Los chavales, de todas las edades, buscan ahí información que no reciben en casa. Y luego nos llevamos las manos a la cabeza.
Las redes sociales, internet... ¿son una fuente de problemas?
- Los jóvenes se relacionan en gran parte a través de la social media. Siempre digo que la libertad es una cosa, pero no controlar qué hace tu hijo delante de la pantalla o con quién se relaciona es sumamente peligroso. Y esa es la responsabilidad de los progenitores. En Balears, por ejemplo, investigamos dos o tres casos al día de víctimas menores de 13 años. Internet abre la puerta a muchos pervertidos.
En las últimas semanas se ha hablado mucho del sesgo machista de algunos jueces o de falta de formación y perspectiva de género. Por su experiencia, ¿el poder judicial está formado y sensibilizado con la violencia machista?
-Están formados, por supuesto. No es un asunto de machismo en términos generales. Creo que algunas decisiones que han tomado algunos jueces han sido muy polémicas y comentadas a nivel social y podrían haberse evitado si se dejaran asesorar y guiar más a la hora de tomar decisiones por expertos como nosotros.
¿Cuándo acaba su trabajo?
-Cuando el malo entra en prisión, nunca antes. Nuestro trabajo no finaliza cuando se produce una denuncia y hay una detención. Nuestro equipo realiza un seguimiento del caso y solo le damos carpetazo cuando se dicta sentencia contra el agresor. Eso es un trabajo bien hecho.
¿Qué le diría a una mujer maltratada que tiene miedo a denunciar?
-Que no está sola. Que busque ayuda, hay muchos recursos y gente dispuesta a ayudarla. Hay una red asistencial a su disposición. Quiero creer que cada vez hay menos casos, los dato lo demuestran. Baleares es una de las comunidades donde más exhaustivos somos. Los datos de víctimas de violencia de género son altos porque lo son también el número de denuncias y de casos en seguimiento. No están desamparadas.
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Recursos para quienes sufren violencia de género